domingo, 13 de julio de 2008

JC

Hace un año, encontré a JC (que no es jesucristo, no se azoten)...
Resulta que JC es un niño que me encantaba en la primaria, y no me refiero a que me gustara, de verdad babeaba por el niño, literal... pasaba de lado y se me chorreaba la saliba, la sangre dejaba de irrigar mi cerebro... y para bien o para mal, JC y yo nunca nos hablamos, ni un hola, ni adiós, ni un que tal... El año pasado por algún pretexto le llamé a su casa... lo saludé como si toda la vida nos hubiéramos hablado... singular soltura... en fin... palabras más palabras menos salimos algunas veces y descubrí que JC no le llega ni a los tobillos a JC.

JC es el hombre que yo quiero para mi, en primera es el rostro divino, que digan lo que digan ese hombre, que si existe, esta hecho un verdadero forro, no tiene detalle que se le critique físicamente... pero además, como en realidad no lo conocía, con el tiempo yo le fui poniendo los adjetivos que yo quería que tuviera... y poco a poco MI JC es alguien que en realidad no existe, y ni el verdadero lo puede alcanzar... luego entonces, cualquier hombre que ha estado cerca ha sido medido con la vara de JC. Si, rudo el caso, pero así soy yo, ruda, y que?!

Desde que esta asentado ese hecho, han pasado algunos candidatos a novio, pareja o lo que se le parezca, ninguno, claro, se le acerca a MI JC... pero éste último... vamos, mi conciente tiene claro que es un ser humano común y corriente, no tan corriente, pero si bien común, no es el galán barato, pero me parece guapo, y la sangre si le llega a irrigar los sesos... solo que no deja de ser hombre y medio cabroncillo... yo tampoco tengo 15 y no me ve la cara de mensa, pero me sigue gustando... yo lo seguiré pensando otro rato... porque la neta me aburren las cursilerías.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno un JC que pasa de divino a real según el humor y el momento deduzco, al final tu sabia determinación de encontrar lo que no buscas hace un camino mas sano y corto... besos niña linda y no cursi.

Del Santo Evangelio según San Juan 12, 44-50

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