jueves, 7 de abril de 2011

Todo se le pega!


Doy gracias a todos los Dioses, a los ángeles y cualquier otro ser al que haya que agradecerle que La Princesa sea un papel pegajoso viviente. Si fuera lejanamente mensa yo estaría caminando de rodillas a la Basílica para que me hicieran el milagro, pero no, no es necesario en lo absoluto.

Hoy en la mañana, mientras nos peinábamos me dijo:

- Te acuerdas hace unos años que vimos a unas personas encueradas enfrente del Palacio de Bellas Artes? El día que se publicó el último libro amarillo... que nos vimos con tus amigos en la fuente de las conchas y había un señor con paraguas de flores azules.

Yo no decía nada porque me impresionó que recordara con tanto detalle lo que pasó hace una tercera parte de su vida... continuó...

- Esa vez, cuando estábamos viendo a los encuerados, y vimos que todos eran del mismo color de piel, me dijiste que por eso cuando la conquista nos llamaron "La Raza de Bronce", y me dijiste que tu tan desteñida por todas partes, si te hubieran visto a ti nos hubieran llamado "La Raza de Leche".
- Si, eso dije.
- Te equivocaste, porque mira tu cabello, parece de verdad de hilitos de bronce torciditos.



Podría alguien ser más merecedora que La Princesa de un ataque de amor?!?!?


Besos a todos los que se sientan parte de La Raza de Bronce, por tener la piel tostada, por tener hilitos de bronce por cabellera, o por cualquier otra razón.

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Del Evangelio según san Mateo 11, 28-30

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