Si, cien años celebrando a un solo género por necesidad de igualarlo al otro, que aún nos aventaja en sueldos, horarios, preferencias, y otras tantas cosas, sin acabar de darse cuenta que ninguno de los dos podemos sin el otro.
Así que hoy felicito a todos, hombres y mujeres, que se tratan como iguales. A los jefes que contratan sin fijarse si es hombre o mujer, sino en su experiencia y preparación. A las mujeres que hacen lo que más les gusta porque lo planearon así, no porque su papá o su marido les decidió así la felicidad. A los hombres que tratan con respeto a las mujeres que les rodean, en el trabajo y en sus familias. A tod@s los que sabiéndose equipo, de trabajo o de vida, tienen la capacidad de caminar juntos proyecto por proyecto y/o vida entera.
Y aunque en la mañana por poco me desaparece la maldad gracias a la mariposita de mi coche, sabiendo que es parte de mi (la maldad), la aprovecho para desearle la hoguera a todo aquel que en algún momento de la vida ha minimizado, humillado, degradado, señalado u ofendido injustamente a cualquier mujer en su paso. Porque haciendo el uso de esa igualdad que tanto reclamamos, las hay quienes si merecen la humillación y la ofensa, no por ser mujer, sino por ser mal ser humano.
Besos a todas los que tengan la capacidad de ser y sentirse como iguales, sin importar el género.
(Y dije todas, con A, porque como parte de la igualdad, en un grupo de personas se aplica el género del que predomine, y al menos en México, somos más mujeres)
1 comentario:
Joel, o firmas o te borro.
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