Remojarme en una alberca.
Tomar el sol hasta que me pique la piel.
Beber un charro negro con muchos hielos a la sombra de la canasta de basquet.
Dar la instrucción al más próximo cercano de qué ingredientes quiero en mi baguett.
Que otro me prepare la comida.
Apagar el celular y que nadie me haya buscado.
Mandar a la goma a quien me haya buscado.
Tomar la siesta antes de la hora del café.
Aplaudir a Hannibal.
Peinarme de chongo.
Pintarme las pestañas.
Criticar a los parejos y parejas de mis primos.
Saberme de sangre pura.
Contemplar el anillo con libélula que uso en un dedito del pié.
Agradecer a los dioses del Olimpo por todo lo que tengo y por lo que me falta.
Tener sentimientos encontrados de ira y extraño hacia la misma persona.
Comer frijolitos caldudos a la media noche.
Y pensar por qué solo se habla del medio ambiente, y no del ambiente completo...
sábado, 18 de abril de 2009
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Del santo Evangelio según san Lucas: 2, 16-21
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1 comentario:
ohh si a disfrutar de la esas cosas que parecen insignificantes, pero que sin ellas la vida estaria incompleta...
Saludos
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