martes, 2 de septiembre de 2025

Del santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37

 Hoy toca hermanos y hermanas, un evangelio bien rudo!!

Antes de entrarle de lleno, quisiera que hablarles un poquito de la empatía.

No digo que siempre siempre, pero caaasi siempre, cuando hablamos de empatía se nos ocurre pensar en la capacidad que tenemos de sentir el dolor de otra persona, y repetarle ese dolor, darle espacio, acompañarle en sus penas, cierto?? Y qué pasa cuando la otra persona siente un gozo inmenso? Cuando cumple una meta que tal vez tú también buscas. Somos igualmente capaces de sentir la alegría y el gozo de las otras personas sin sentir ni tantita envidia? Ni siquiera una crítica chiquita, de verdad podemos sentir lo que siente el otro, acompañarle en los pasos duros que tiene la vida y también en los bonitos, aunque a nosotros no nos estén pasando cosas lindas?

Vamos a dejar ese tema así un tantito, lo vamos a poner aquí de ladito en los pendientes…

 

Ahora sí, vamos con el evangelio.

Hoy pasan cosas interesantes en el evangelio.

Primero, sucede dentro de la sinagoga, para nosotros sería dentro de la parroquia, dentro del templo de nuestra iglesia. Te puedes imaginar a ti mismo ahí sentado en una de las bancas de madera de tu parroquia? Yo sé que si.

Luego, está Jesús predicando, hoy, sería nuestro párroco, ahí paradito al frente, tal vez tu párroco se para detrás del altar para predicar, tal vez, como el mío, se sube a un balconcito que tiene el templo para que todos le puedan ver con claridad, o tal vez, como Ram, prefiera bajar del altar y caminar entre las bancas. Ya lo imaginaste? Y ahí estaba Jesús, predicando, explicando las cosas de Dios, cuando alguien lo interrumpe, le habla feo. Entonces Jesús le responde con voz firme “Cállate y sal de ese hombre”, y un demonio sale del hombre y el hombre cae al piso.  Cómo te imaginaste eso? Como de película? Así como que de una persona se le sale algo como un fantasma y se va volando y sale por una ventana del techo? Yo lo pensaba así.

Pero y si el demonio no fuese un fantasma?

Qué tal que ese demonio es un enojo? O una desesperación? O un malentendido? O una situación que ya le tiene hasta el gorro? Y que a la primera lee hace reaccionar en su peor versión de sí mismo?

Y si ese hombre no fuese un desconocido? Si esa persona fuésemos tú o yo? No me digas que nunca le has contestado feo a alguien? O que nunca has sentido así que te hierve desde el estómago el enfado y dices algo que no querías decir?

 

Hoy hay 2 tareas importantísimas en éste evangelio.

Número 1.- La corrección entre nosotros. Es imposible pasar por la vida sin equivocarnos, chicos y grandes, no ha y manera de pasar por la vida siendo perfectos. El mayor problema es que nos creemos que sí, que nosotros siempre tenemos la razón, que siempre es nuestra forma, la mejor forma de hacer las cosas, de decir las cosas, hasta de sentir las cosas. Entonces, cuando alguien más lo hace, lo piensa, o lo siente diferente, nos sentimos muy prontos a corregir a todos los demás. Y aquí voy a traer nuestro pendiente de hace unos minutitos, la empatía. Cómo estoy haciendo YO HOY, para corregir a otros? Sería la misma forma en que a mí me gustaría ser corregido? Me tomo un tiempo para pensar en la forma en la que digo las cosas, en el mejor momento, las mejores palabras? O solo saco la corrección o la opinión así como me salga?? Corrijo a otros con verdadera empatía??

Número 1.5.- Cómo me estoy dejando corregir? En qué nivel anda mi ego para dejarme corregir? Ando por la vida pensando que soy Juan camaney y que solo yo hago las cosas como se deben hacer? O me dejo moldear? Escucho a los demás? Tomo en cuenta sus opiniones? Al escuchar la corrección que me hacen a mí, me siento siempre herido? O escucho con empatía la corrección?

Y Número 2.- Jesús, tal como leemos en éste evangelio, es claro y firme. Yo le estoy permitiendo a Jesús, a través de sus evangelios, corregirme a mi? O solo voy a misa, o le prendo a la liturgia, al café fraterno, escucho, le apago y hago como si nada me hubiese dicho Jesús a mi? De qué me ha servido todo esto de ser católico?

 

Como les decía al inicio de la homilía, éste evangelio es bien rudo, la tarea esta bien difícil porque implica modificarme a mí mismo desde mis propios errores, y nuestro ego no siempre nos deja vernos al espejo con transparencia.

 

 

Que Dios nos ayude con eso.









Besos a quienes recocnocen su error, y se liberan de sus demonios.
Nada para el resto.

Del santo Evangelio según san Mateo 23, 23-26

 Comunidad, el Evangelio de hoy es la continuación de la lección de ayer…

Nos habla de la forma en la que tratamos a las personas, de lo que debería ser importante, y de lo que en realidad nosotros le damos más valor.

Hoy la tarea es bien difícil, porque siempre acá en la comunidad, en nuestra religión, hablamos sobre no juzgar a nadie, y la teoría suena bien bonita, pero en la vida real, en la vida diaria, vamos juzgando a todo y a todos, porque es necesario!! Si vas caminando por la calle, y ves a un grupo de personas encapuchadas caminando hacia a ti ¿qué hacemos todos? ¡Juzgamos! ¡y rápido! porque en ese buen juicio se nos puede ir la vida. Puede ser que sea un grupo de personas con frío que van a su casa, tal como tú, pero también podría ser un grupo de asaltantes. En ese momento debes decidir si caminas hacia ellos o si cambias de banqueta, o si caminas en dirección contraria, o si tocas en alguna puerta para que salga alguien que te pueda ayudar, o si sacas tu teléfono para pedir ayuda, o si mejor no lo sacas para que no te lo roben. Todos hacemos juicios diariamente, y si pensamos en ese ejemplo ¿ya no suena tan mal enjuiciar a las personas verdad?

 Pongamos otro ejemplo, si tu fueras la persona de reclutamiento de una gran empresa, y estuvieses buscando a un candidato para un puesto que requiere que esa persona tenga título universitario, maestría en la especialidad del área, experiencia en otras empresas del ramo, que tenga cartas de recomendación no solo de sus empleos anteriores, si no personales. Y te llega a entrevista una persona que tiene los brazos todos tatuados, hasta los dedos, la cabeza mitad rapada y la otra mitad de cabellos de colores, seguro ya te imaginaste que también tiene pircing en las cejas y usa botas negras de plataforma… es casi el mismo ejemplo anterior… al verlo haces un juicio… lo que no sabes es que es un candidato que no solo cubre los requisitos, si no que los excede, no solo tiene maestría, tiene doctorado, y su jefe anterior no solo da buena referencia, si no que escribe que no le quiere dejar ir, pero ya no puede pagarle mejor... ¿¿le contratarías??

 La utopía del amor, es que no juzguemos, que no nos fijemos en lo que no importa y que nos amemos por quienes somos. Pero eso, comunidad, es un ejercicio que nos lleva toda una vida para discernir, para elegir qué juzgamos y qué no, para aprender a tratarnos bonito. Puede que solo parezca una lección de un evangelio de martes, pero la tarea de hoy implica templanza, implica sabiduría, implica compasión, implica aceptación, implica sanar nuestras propias heridas para no replicarlas en otros.

La tarea es de diario, de equivocarnos, aprender y rectificarnos. Nadie nace sabiendo tratar bien a todos, nadie nace sabiendo qué es lo verdaderamente importante al hacer un juicio, hay que aprenderlo en el camino.

 

Y que Dios nos ayude con eso.







Besos a quienes han juzgado, y han atinado.
Nada para el resto.

Del santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37

  Hoy toca hermanos y hermanas, un evangelio bien rudo!! Antes de entrarle de lleno, quisiera que hablarles un poquito de la empatía. No...