Hoy toca hermanos y hermanas, un evangelio bien rudo!!
Antes de entrarle de lleno, quisiera que hablarles un poquito de la
empatía.
No digo que siempre siempre, pero caaasi siempre, cuando hablamos de
empatía se nos ocurre pensar en la capacidad que tenemos de sentir el dolor de
otra persona, y repetarle ese dolor, darle espacio, acompañarle en sus penas,
cierto?? Y qué pasa cuando la otra persona siente un gozo inmenso? Cuando
cumple una meta que tal vez tú también buscas. Somos igualmente capaces de
sentir la alegría y el gozo de las otras personas sin sentir ni tantita
envidia? Ni siquiera una crítica chiquita, de verdad podemos sentir lo que
siente el otro, acompañarle en los pasos duros que tiene la vida y también en
los bonitos, aunque a nosotros no nos estén pasando cosas lindas?
Vamos a dejar ese tema así un tantito, lo vamos a poner aquí de ladito
en los pendientes…
Ahora sí, vamos con el evangelio.
Hoy pasan cosas interesantes en el evangelio.
Primero, sucede dentro de la sinagoga, para nosotros sería dentro de la
parroquia, dentro del templo de nuestra iglesia. Te puedes imaginar a ti mismo
ahí sentado en una de las bancas de madera de tu parroquia? Yo sé que si.
Luego, está Jesús predicando, hoy, sería nuestro párroco, ahí paradito
al frente, tal vez tu párroco se para detrás del altar para predicar, tal vez,
como el mío, se sube a un balconcito que tiene el templo para que todos le
puedan ver con claridad, o tal vez, como Ram, prefiera bajar del altar y
caminar entre las bancas. Ya lo imaginaste? Y ahí estaba Jesús, predicando,
explicando las cosas de Dios, cuando alguien lo interrumpe, le habla feo.
Entonces Jesús le responde con voz firme “Cállate y sal de ese hombre”, y un
demonio sale del hombre y el hombre cae al piso. Cómo te imaginaste eso? Como de película? Así
como que de una persona se le sale algo como un fantasma y se va volando y sale
por una ventana del techo? Yo lo pensaba así.
Pero y si el demonio no fuese un fantasma?
Qué tal que ese demonio es un enojo? O una desesperación? O un
malentendido? O una situación que ya le tiene hasta el gorro? Y que a la primera
lee hace reaccionar en su peor versión de sí mismo?
Y si ese hombre no fuese un desconocido? Si esa persona fuésemos tú o
yo? No me digas que nunca le has contestado feo a alguien? O que nunca has
sentido así que te hierve desde el estómago el enfado y dices algo que no
querías decir?
Hoy hay 2 tareas importantísimas en éste evangelio.
Número 1.- La corrección entre nosotros. Es imposible pasar por
la vida sin equivocarnos, chicos y grandes, no ha y manera de pasar por la vida
siendo perfectos. El mayor problema es que nos creemos que sí, que nosotros
siempre tenemos la razón, que siempre es nuestra forma, la mejor forma de hacer
las cosas, de decir las cosas, hasta de sentir las cosas. Entonces, cuando
alguien más lo hace, lo piensa, o lo siente diferente, nos sentimos muy prontos
a corregir a todos los demás. Y aquí voy a traer nuestro pendiente de hace unos
minutitos, la empatía. Cómo estoy haciendo YO HOY, para corregir a otros? Sería
la misma forma en que a mí me gustaría ser corregido? Me tomo un tiempo para
pensar en la forma en la que digo las cosas, en el mejor momento, las mejores
palabras? O solo saco la corrección o la opinión así como me salga?? Corrijo a otros con verdadera empatía??
Número 1.5.- Cómo me estoy dejando corregir? En qué nivel anda mi ego
para dejarme corregir? Ando por la vida pensando que soy Juan camaney y que
solo yo hago las cosas como se deben hacer? O me dejo moldear? Escucho a los
demás? Tomo en cuenta sus opiniones? Al escuchar la corrección que me hacen a mí, me siento siempre herido? O escucho con empatía la corrección?
Y Número 2.- Jesús, tal como leemos en éste evangelio, es claro y
firme. Yo le estoy permitiendo a Jesús, a través de sus evangelios, corregirme
a mi? O solo voy a misa, o le prendo a la liturgia, al café fraterno, escucho,
le apago y hago como si nada me hubiese dicho Jesús a mi? De qué me ha servido
todo esto de ser católico?
Como les decía al inicio de la homilía, éste evangelio es bien rudo, la
tarea esta bien difícil porque implica modificarme a mí mismo desde mis propios
errores, y nuestro ego no siempre nos deja vernos al espejo con transparencia.
Que Dios nos ayude con eso.
Nada para el resto.
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