Comunidad, el Evangelio de hoy es la continuación de la lección de
ayer…
Nos habla de la forma en la que tratamos a las personas, de lo que
debería ser importante, y de lo que en realidad nosotros le damos más valor.
Hoy la tarea es bien difícil, porque siempre acá en la comunidad, en
nuestra religión, hablamos sobre no juzgar a nadie, y la teoría suena bien
bonita, pero en la vida real, en la vida diaria, vamos juzgando a todo y a
todos, porque es necesario!! Si vas caminando por la calle, y ves a un grupo de
personas encapuchadas caminando hacia a ti ¿qué hacemos todos? ¡Juzgamos! ¡y
rápido! porque en ese buen juicio se nos puede ir la vida. Puede ser que sea un
grupo de personas con frío que van a su casa, tal como tú, pero también podría
ser un grupo de asaltantes. En ese momento debes decidir si caminas hacia ellos
o si cambias de banqueta, o si caminas en dirección contraria, o si tocas en
alguna puerta para que salga alguien que te pueda ayudar, o si sacas tu
teléfono para pedir ayuda, o si mejor no lo sacas para que no te lo roben. Todos hacemos juicios diariamente, y si pensamos en ese ejemplo ¿ya no suena
tan mal enjuiciar a las personas verdad?
Pongamos otro ejemplo, si tu fueras la persona de reclutamiento de una
gran empresa, y estuvieses buscando a un candidato para un puesto que requiere
que esa persona tenga título universitario, maestría en la especialidad del
área, experiencia en otras empresas del ramo, que tenga cartas de recomendación
no solo de sus empleos anteriores, si no personales. Y te llega a entrevista
una persona que tiene los brazos todos tatuados, hasta los dedos, la cabeza
mitad rapada y la otra mitad de cabellos de colores, seguro ya te imaginaste
que también tiene pircing en las cejas y usa botas negras de plataforma… es
casi el mismo ejemplo anterior… al verlo haces un juicio… lo que no sabes es
que es un candidato que no solo cubre los requisitos, si no que los excede, no
solo tiene maestría, tiene doctorado, y su jefe anterior no solo da buena
referencia, si no que escribe que no le quiere dejar ir, pero ya no puede
pagarle mejor... ¿¿le contratarías??
La utopía del amor, es que no juzguemos, que no nos fijemos en lo que
no importa y que nos amemos por quienes somos. Pero eso, comunidad, es un
ejercicio que nos lleva toda una vida para discernir, para elegir qué juzgamos
y qué no, para aprender a tratarnos bonito. Puede que solo parezca una lección
de un evangelio de martes, pero la tarea de hoy implica templanza, implica
sabiduría, implica compasión, implica aceptación, implica sanar nuestras
propias heridas para no replicarlas en otros.
La tarea es de diario, de equivocarnos, aprender y rectificarnos. Nadie
nace sabiendo tratar bien a todos, nadie nace sabiendo qué es lo verdaderamente
importante al hacer un juicio, hay que aprenderlo en el camino.
Y que Dios nos ayude con eso.
Besos a quienes han juzgado, y han atinado.
Nada para el resto.
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