martes, 2 de septiembre de 2025

Del santo Evangelio según san Mateo 23, 23-26

 Comunidad, el Evangelio de hoy es la continuación de la lección de ayer…

Nos habla de la forma en la que tratamos a las personas, de lo que debería ser importante, y de lo que en realidad nosotros le damos más valor.

Hoy la tarea es bien difícil, porque siempre acá en la comunidad, en nuestra religión, hablamos sobre no juzgar a nadie, y la teoría suena bien bonita, pero en la vida real, en la vida diaria, vamos juzgando a todo y a todos, porque es necesario!! Si vas caminando por la calle, y ves a un grupo de personas encapuchadas caminando hacia a ti ¿qué hacemos todos? ¡Juzgamos! ¡y rápido! porque en ese buen juicio se nos puede ir la vida. Puede ser que sea un grupo de personas con frío que van a su casa, tal como tú, pero también podría ser un grupo de asaltantes. En ese momento debes decidir si caminas hacia ellos o si cambias de banqueta, o si caminas en dirección contraria, o si tocas en alguna puerta para que salga alguien que te pueda ayudar, o si sacas tu teléfono para pedir ayuda, o si mejor no lo sacas para que no te lo roben. Todos hacemos juicios diariamente, y si pensamos en ese ejemplo ¿ya no suena tan mal enjuiciar a las personas verdad?

 Pongamos otro ejemplo, si tu fueras la persona de reclutamiento de una gran empresa, y estuvieses buscando a un candidato para un puesto que requiere que esa persona tenga título universitario, maestría en la especialidad del área, experiencia en otras empresas del ramo, que tenga cartas de recomendación no solo de sus empleos anteriores, si no personales. Y te llega a entrevista una persona que tiene los brazos todos tatuados, hasta los dedos, la cabeza mitad rapada y la otra mitad de cabellos de colores, seguro ya te imaginaste que también tiene pircing en las cejas y usa botas negras de plataforma… es casi el mismo ejemplo anterior… al verlo haces un juicio… lo que no sabes es que es un candidato que no solo cubre los requisitos, si no que los excede, no solo tiene maestría, tiene doctorado, y su jefe anterior no solo da buena referencia, si no que escribe que no le quiere dejar ir, pero ya no puede pagarle mejor... ¿¿le contratarías??

 La utopía del amor, es que no juzguemos, que no nos fijemos en lo que no importa y que nos amemos por quienes somos. Pero eso, comunidad, es un ejercicio que nos lleva toda una vida para discernir, para elegir qué juzgamos y qué no, para aprender a tratarnos bonito. Puede que solo parezca una lección de un evangelio de martes, pero la tarea de hoy implica templanza, implica sabiduría, implica compasión, implica aceptación, implica sanar nuestras propias heridas para no replicarlas en otros.

La tarea es de diario, de equivocarnos, aprender y rectificarnos. Nadie nace sabiendo tratar bien a todos, nadie nace sabiendo qué es lo verdaderamente importante al hacer un juicio, hay que aprenderlo en el camino.

 

Y que Dios nos ayude con eso.







Besos a quienes han juzgado, y han atinado.
Nada para el resto.

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