Éste Evangelio me gusta para que se llame: Fíjate bien lo que pides.
Cuando Jesús va predicando, cuando va enseñando de sinagoga en
sinagoga, de casa en casa, a veces, de campo abierto en campo abierto. Se rodea
de personas que le ayudan, no solo los apóstoles le ayudan. El día de hoy, en
el evangelio de hoy, le ayudó la suegra de Simón. La señora estaba muy enferma,
como seguro lo hemos estado tú y yo, y Jesús la sanó. Pero tan pronto la sanó
la señora no se fue de vacaciones, tan pronto sanó, la señora se puso a
servirles, no solo a Jesús, sino a todos los que estaban en su casa.
Y tú cómo vas pidiendo la sanación? Vas pidiendo a Dios oye Dios,
cúrame de éste dolor que traigo para irme de vacaciones? O cúrame de éste dolor
que traigo para servir a los demás?
Qué dolores pido que me sane? Se me ocurre el más evidente no? Que me
sane la gripa, que me sane la reuma de la rodilla, que me sane la diabetes, que
me sane la hipertensión… qué tal un: que me sane la flojera? Mejor apun, qué tal un: que me sane mi
gusto por el chisme, o un que me sane el miedo de ofrecer mis servicios, o que me sane mi envidia para no compartir lo que tengo, incluso un que me sane la desidia que traigo para cumplir con mis obligaciones de esposo, de esposa, de padre, de madre? Qué tal?!? Qué tal que me sane
aquello que me frena para poder ayudar YO a otro hijo tuyo?
Nos podemos confundir muy fácilmente, podemos pensar que como tenemos salud ya no necesitamos sanar nada en nuestras vidas. Y luego cuando la cosa va mejorando, se nos olvida que somos de Él, y que lo que nos pide es que le ayudemos a ayudarle a alguien más.
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