Este evangelio me gusta mucho mucho, bueno, me gustan muchos, pero éste me gusta porque es muy didáctico, es muy fácil de convertir las parábolas, que son a-temporáneas, en vivencias que nos pasan a nosotros.
Primero vemos que Jesús, después de la gran comida que hubo en el
monte, con la multiplicación de los panes, despide a todos y se va a orar, se
aparta para pensar lo que acaba de pasar, para, seguramente, agradecer a Dios
padre lo que acaba de suceder, que seguro no fue solo ese momento de repartir
comida! Qué pasa cuando hay un bufet y mucha gente? La gente platica, se
conoce, juga, se estrechan lazos, y eso se agradece siempre.
Al regresar con los suyos, se percató que tenían dificultades con la
barca, y qué hace Jesús? Se acerca a ayudar, a Jesús nada lo detiene para ir a
ayudar, ni el agua. Así que camina sobre el agua, obvio se espantan los que lo
ven, y Jesús en ese momento les dice: “calma, soy yo!”
Cuán disponibles estamos para ayudar a alguien?
Qué estamos dispuestos a hacer para ir hasta donde nos necesitan?
Yo creo que vamos fallando un poco…
Quién no sabe de una situación por la que está pasando un amigo, un
familiar, y lo dejamos pasar, nos hacemos la que la virgen nos habla, y nos
quedamos de brazos cruzados.
Si fuésemos prontos para ayudar, no existirían las frases como la de “que
se rasque con sus uñas”, o la de “eso le pasa por ____ ” y agréguenle ahí el
adjetivo con el que juzgamos a esa persona.
Los discípulos se sorprendieron porque casi nadie mete el hombro por ti, casi nadie siquiera ofrece su ayuda.
Qué les parece si éste 2025 sorprendemos a alguien, o a muchos, y vamos buscando la forma de ayudar sin que nos lo pidan realmente. Donde veas un huequito, ve, ayuda a rellenarlo, camina tu sobre el agua, no esperes agradecimientos ni reconocimientos, solo ayuda.
Dios nos permita ensuciarnos las manos por otros.
Besos a quienes nadie les aplaude por ayudar.
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