¿Alguna vez te has sacado un 10 en un examen?
¿Cómo sucedió eso? ¿Fuiste a todas las clases? ¿Hiciste todas las
tareas? ¿Estudiaste antes del examen?
Y cuando llegó el examen… ¿fue difícil o estuvo fácil?
Si cambiamos las palabras domingueras, podríamos decir: "Jesús te
dice a ti: te van a cuestionar, te van a acorralar, te van a juzgar, te van a
excluir, te harán defender tu postura frente a cualquier autoridad, y todo, por
creer en Jesús."
¿Suena peligroso, no?
¡Eso sí que alivia! Es como si no tuviera que prepararme para el
examen, porque Dios me va a soplar todas las respuestas. Pero, ¿te has preguntado
quién te pasaría todas las respuestas de un examen? ¿Alguien a quien no
conoces? ¿O tu mejor amigo?
Y, ¿cómo hacer para ser mejor amigo de Jesús?
Para que Jesús sea tu mejor amigo, tienes que conocerlo, dedicarle tiempo. Cuando tienes un mejor amigo, vas a los mismos lugares, les gusta hacer lo mismo, se juntan con las mismas personas. Así también, para que Jesús sea mi mejor amigo, necesito estar con Él todos los días, necesito hacerle caso, necesito dedicarle un espacio en mi vida, en mi tiempo, en mi casa, en mi trabajo, en mi familia, en mis logros… Y cuando lleguen los momentos difíciles (porque eso, tarde o temprano, pasará), Él estará ahí, siempre a tu lado, cuando estés triste, cuando algo te duela, cuando necesites un verdadero amigo.
Cuando escuchamos sobre el Apocalipsis y los juicios en el evangelio, a veces pensamos en lo peor que nos pueda pasar, y eso nos llena de miedo. Pero ¿por qué asustarnos por el examen, si podemos ir preparados? No te preocupes por el final; preocúpate por ser hoy un mejor amigo de Jesús. Así, cuando lleguen los momentos difíciles, será Su mano la que te sostenga, será la mano de tu mejor amigo la que tengas ahí cerquita para agarrarte y seguirle a la vida.
Dios nos ayude con eso.
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