miércoles, 10 de julio de 2024

Del santo Evangelio según san Mateo 10, 1-7

 

Les voy a decir un no tan secreto del evangelista Mateo, a Mateo como que no le gusta decir las cosas directo, le da vueltas, deja cosas como que sueltas para que las agarres al vuelo…

Vámonos por partes… En ésta parte del Evangelio, Jesús no había muerto ni resucitado, pero Jesús los envía, éste envío no es el envío final éste que celebramos muy llamativo con el Espíritu Santo en lenguas de fuego y hablando todos en lenguas distintas ni nada… éste envío es, digamos, un envío de diario.

Jesús llama a cada uno de sus apóstoles por su nombre, y nos recuerda que en nuestro bautizo, a ti y a mí, nos llaman por nuestro nombre, y nos nombran apóstoles, ya sé que se los repito mucho, pero esque quisiera que todos sepamos la importancia de ese acto del bautismo, y de la conexión que tiene con éste envío.

Porque sería súper fácil pensar que como solo mandó a los apóstoles y luego los apóstoles son como los sacerdotes, pues a ti no me toca, porque tú no eres sacerdota ni sacerdote, tu y yo somos laicos, somos de los de a pie, y nos empezamos a ver como que yo de éste lado de la barrera y los llamados son los sacerdotes únicamente, los llamados solo serían los miembros del clero y no es así. Jesús llama a cada uno por su nombre, y NOS envía. Y eso ya pone las cosas más serias. Desde ahí, la llamada como que ya pesa.

Ahora... ¿A dónde nos envía? A buscar las ovejas perdidas de Israel, ¿pero por qué de Israel? ¿Se acuerdan dónde vivían ellos? Sip… en Israel. Les dice, no vayan a tierras lejanas, no vayan a Chiltepín de las tunas, porque en su propia casa hay ovejas perdidas. Empiecen a predicar en casa.

Y esa segunda instrucción también pesa, porque el domingo el evangelio nos dijo, que es muuuy difícil ser profeta en tu propia tierra, que es muuuuy difícil que te crean en tu calle, en tu edificio, en tu familia, porque te conocen!! Y cuando conocemos a alguien, de qué nos acordamos primero? De su falla, de su error, de su pecado.

Entonces, predicar en tu propio rancho, se convierte en tarea maaas complicada, porque no es suficiente que agarres tu Biblia y la leas en público, no basta que sepas leer de corridito, vas a tener que cambiar tu, vas a tener que modificar tus formas, tus reacciones, tu trato para con TODOS, para que te empiecen a creer. Y eso está bien difiiiciiil!!

¿Qué es más fácil? Lo más fácil es ir de misión a cualquier lado donde no te conocen, lo más fácil es irte en las navidades, o en semana santa, y predicar leyendo la Biblia a quien no te conoce, y luego, regresas a tu casa, con el ego llenito porque ya cumpliste, y sigues siendo no tan buena persona.

Ser católico es súper difícil, porque hay que ser bueno siempre, para ser católico hay que ser compasivo con todos, debes poder controlar tu enfado, debes ser capaz de controlar tu lengua, debes ser desprendido de lo material para poder compartirlo con todos, debes ser muy organizado para poder dedicar tu tiempo a los demás y poder regalarte a la caridad. Ser católico en el día de la concordia, es saber cómo llegar a acuerdos con todos, es saber respetar a cada persona, es tener la paciencia de escuchar primero, es tener la humildad de reconocer que te equivocaste y el valo de asumir las consecuencias incluyendo pedir perdón y reparar el daño que hiciste, es tener la apertura de aprender y entender a toooodos los demás.

Jesús nos nombró apóstoles en nuestro bautizo y HOY nos llama a predicar el Reino de los Cielos en nuestras casas, en nuestras comunidades, aquí en lo local, en corto, como dicen por ahí. Porque lo muy común, que es lo más fácil, es que seamos farol de la calle y oscuridad de la casa.

Y así no funciona, necesitamos ser responsables en lo chico para que se nos dé lo grande.





Besos a quienes predican todos los días con el ejemplo.

Nada para el resto.

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