Llega en la vida el momento en que los críos tienen que volar, y creo que esta bien que vayan ensayando las voladas para que no se den frentasos cuando sea el vuelo para asentarse en otro sitio.
Y así, Princesa se fué sin mi dos semanas al otro lado de la frontera norte, se la ha pasado de pelos, se ha paseado, ha comprado, ha estudiado, ha cantado, ha caminado, ha nadado, ha conocido, ha comprado (dije que ha comprado? porque ha como gasta la chamaca!) y sobre todo, ha crecido.
Desde el momento en que la dejé en la aerolínea yo ya estaba rezando por su sano regreso, y no voy a dejar de rezar hasta tenerla de nuevo en mis brazos. Porque si, también a las mamás gallina nos cuesta soltar a los críos para que puedan volar solos. Creo que ha sido una experiencia enriquecedora para las dos.
Y que el siguiente viaje sea al viejo continente, o al cono Sur. He dicho.
Besos a quienes saben, quieren y pueden volar solos sin importar la edad.
Nada para el resto.
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