miércoles, 22 de diciembre de 2010

Vinitos y pendientes

Ya no es lo mismo.

Diría mi abuelita, que uno llega a cierta edad en la que ya no aguanta los mismos trotes y empiezan achaques... ouch
Allá en antaño, me acuerdo que A y yo nos amanecíamos en las fiestas casi cada fin de semana, y todavía nos tomábamos el tiempo de salir a la calle a mirar salir el sol, ahora eché carrera para regresar antes que el sol que me mataba como a vampirito derretido, aunque por más que quise dormir la siesta era más factible ser perseguida con varias tazas de café durante el día para mantenerme de pie, ya no se puede! Pero la Princesa no tiene la culpa de mis farras y hay que andar a ritmos dobles.
En domingo, posada con los primos. Ya cuál piñata para chicos y piñata para grandes si solo hay dos chicas y 24 grandes? Necesitamos que la de grandes tenga forro de tela sobre la olla de barro con mucho engrudo para que aguante los palazos antes de convertir en ponche las frutas de adentro. Rarísimo que J nos pusiera a jugar, nunca participa, nunca juega y ahora fue él quien propuso, organizó y todo, como dos horas nos aventamos jugando! Me divertí mucho :D
Me quedó antojo de lima pelada a mano, que rico huele eso.
Luego me llegó el eclipse, noche de brujas y más café, claro que las mejores fotos son las que publican en internet, pero no hay nada como mirarla en vivo, tremenda luna roja desaparecer y reaparecer en unas cuantas horas, así como mariposa, que desaparece llevándose su cara de oruga y reaparece con lo nuevo y brillante de sus alas coloridas. Hermosa luna la nuestra, y romántica yo, que la pienso a diario.
Muchas invitaciones, muchos vinitos, muchos kilitos, muchas compritas, muchos buenos deseos.

Mientras, planeo la fuga de la comida de la empresa a media semana, no por ofender, pero siempre compara uno las invitaciones de quienes se quieren contra las que se hacen por obligación; O nos ofrece comida, cena y desayuno basto para todos, con todo y buena plática, abrazos, juegos, dulces, ponche... y tristemente aquí mejor planeo la cena en mi casa para matar el hambre del medio día y veo que hay quienes se quedan solo para la rifa de 2 juguetes porque no hay para todos. Emigrar es la solución a la mezquindad, ni modo.

Besos a mi, que me andan haciendo falta.

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Del Evangelio según san Mateo 11, 28-30

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