El Evangelio de hoy parece como de esos que no son de la vida real, sino de la vida mística, porque como que habla de lo que no se entiende.
Sin embargo… es muy sencillo. Y todo depende de tu ojo, y de tu
corazón.
En aquel tiempo, la gente… así empieza, cuando el tiempo? Ya sé que
queremos decir “HOY”, porque Ram nos tiene muy aleccionados con eso, pero en
serio, cuándo está sucediendo éste evangelio? Cuando Jesús ya había resucitado,
y la gente estaba con el “y ahora qué sigue” en la boca, esa parte de
incertidumbre que todos tenemos cuando las cosas cambian mucho. Y está bien, es
normal. La gente buscaba algo físico, algo que se pudiera ver, algo a lo que se
pudieran aferrar, como cuando vas en el metro y va muy rápido y te urge
agarrarte del tubo para no caerte, eso buscaban, algo que se sintiera firme.
Entonces le preguntaron qué nos vas a dejar? Cuando hubo otro cambio
bien fuerte, que fue cuando Moisés nos sacó de Egipto y nos llevó al desierto,
Moisés nos dio maná, Jesús les dice, no, no, no, espérate, no te me confundas,
el maná no te lo dio Moisés, te lo dio Dios, abusado!!
Dios no da
pancitos como bolillos, da pan que te llena de vida, y qué pensaron todos?
Aaahh pues de ese pancito quiero!! Y la confusión seguía, porque Jesús sabía
que Él mismo era ese pancito que llena de vida, pero no era un bolillo, ni
galleta, ni nada físico. Jesús es MÁS que eso, es vida misma.
Y esa es la
parte mística, porque no se ve, no se puede tocar, no huele, no hay bolillo, no
hay tubo de dónde te agarras.
Dios, Jesús,
y lo que nos deja desde su resurrección es MÁS, solo MÁS. Y entender eso es muy
complicado cuando nunca lo has sentido. Porque es muy muy complicado
explicarlo, es como si a un ciego de nacimiento le explicaras la diferencia
entre azul y verde, y que hay más 50 tonos de colores entre azul y verde. Tal
vez puedes explicar cómo es lo rasposo, o cómo es lo suave, pero los colores
son difíciles de explicar. Así es ésta parte del evangelio.
Jesús llena
tu vida de formas que no se pueden tocar, cuando le permites a Jesús vivir en
tu casa, y te permites aparender de Él, y te permites tomarlo como ejemplo en
cada momentito de tu vida, Jesús llena tu corazón, ves las cosas diferentes,
sientes las cosas diferentes, buscas cosas diferentes, tus prioridades cambia,
tu vida cambia, y siempre es a mejor, siempre, siempre cambias a mejor. Y
cuando eso pasa, se te nota. Has oído eso de que de lo que esta lleno el
corazón, la boca lo habla, eso pasa, no puedes evitarlo. Donde antes ves
problemas, ahora ves compasión, donde antes ves carencias, ahora ves
abundancias. Y eso hace que cambie tu vida, y que cambien las vidas de quienes
te rodean.
Hoy el reto
es alimentar tu corazón de Jesús, y cuando eso se te haga costumbre, tu boca
hablará de eso. Infórmate, prepárate, lee, comulga, acompaña, sirve, Jesús
siempre está ahí, nos toca darle chance de ser parte de nuestro viaje.
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