lunes, 3 de agosto de 2015

En la sala de llegadas del aeropuerto

Hay tantos momentos de felicidad en la vida que, propios o ajenos, que te pueden dejar el corazón llenito de amor.

El fin de semana pase solo un par de horas en la sala de llegadas internacionales del aeropuerto y, aunque si te fijas, hay de todo, la mayoría son expresiones del amor más puro del que se puede ser testigo.

Aun cuando la teoría dicta que el amor es saber desprenderse y hacer lo que sea mejor para el ser amado, en la práctica lo que todos queremos es tener contacto físico con el amado, tocarle, abrazarle, besarle, mirarle con los ojos y no con una imágen en una foto y saber que de lejos esta bien. Así somos, egoistas, es parte de ésto que se llama vivir!

Padres, hijos, amigos, hermanos, de todo se ve en las esperas. Llanto de felicidad, abrazos tronadores de reencuentro, besos apretados, la paz en los rostros de saber que tu amado esta aquí, a tu ladito, regresara como regresara, no importa si cansado, mugroso, exitoso, derrotado, como sea pero a tu lado. Hoy sé que yo era una del bonche de personas ansiosas de tener al amor de su vida al lado, y también sé que soy de las afortunadas que puede tenerle casi siempre al lado, al toque de la piel, al alcance de un beso. 

Mi Princesa regresó con bien, y bien contenta. Y la tengo de nuevo aquí, al alcance de mi beso.


Hoy besos a quienes no tienen esos besos de amor, cualquiera que sea la razón.
Los que si los tienen, aprovechen y no busquen ni siquiera mis besos enviados.

 

 

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