martes, 9 de septiembre de 2025

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19

 Qué tal si empezamos como la semana pasada? con la primera lectura. De la carta de Pablo a los colosenses. Pablo tiene un papel fundamental en nuestra iglesia, y no era uno de los 12 eh!!. Él llegó después, y se hizo cargo de su responsabilidad Cristiana de una manera excepcional. Pablo era, además de apóstol, una persona muy inteligente, muy atenta a las personas, muy sagaz, muy elocuente. Empieza ésta parte de la carta diciendo: Puesto que ustedes han aceptado a Cristo Jesús, el Señor, vivan como verdaderos cristianos: permanezcan arraigados y cimentados en él, con fe firme, como se lo enseñaron a ustedes, y en continua acción de gracias.

Por qué lo dice así? Porque sabe que somos débiles, que nos confundimos muy fácil, que nos distraemos con cualquier cosa, que se nos van los pensamientos y cuando menos cuenta nos damos, ya no estamos haciendo lo que debemos… y qué debemos hacer? En la misma carta a los colosenses lo escribe casi como una lista de pendientes. Pero es en el Evangelio de hoy donde nos debería quedar más claro:

 Jesús se retira a orar toda la noche, se sienta con calma, platica con Papá, me imagino como en una mesa de dominó, con todas las fichas que tiene a mano, y van eligiendo su juego. 

Para empezar, de entre quienes elige? De entre sus discípulos, y qué es un discípulo?

Han ido a un concierto de alguien que está de moda? Tal vez es más notorio en la juventud. Han sido fan, pero en serio fan de alguien?, porque cuando somos fans fans de alguien, le seguimos el paso, vamos a donde sabemos que va a ir, nos queremos vestir igual, hablar igual, si es un cantante nos aprendemos todas sus canciones, si es un actor o actriz le vemos todas las obras de teatro, las series, las novelas, las películas, hasta intentamos peinarnos igual que esa persona de quien somos fans.

Algo así es ser un discípulo de Jesús. Quienes solo quieren aprender de Jesús son sus estudiantes, pero ser su discípulo es el siguiente nivel, es querer parecerse a Él en todo. No precisamente en su túnica o en el corte de barbita o el huarache que usaba, si no en las acciones, las actitudes que tiene para con las personas, la forma en que trata a la gente.

Ahí es donde empieza la tarea de éste Evangelio.

 Porque entonces, Jesús platicando con Dios Padre, con todas sus fichas de dominó sobre la mesa…

Deciden entre los dos… Qué fichas son las buenas? Con cuáles me quedo? Qué ficha elijo? Cuál no elijo? Y luego de toda una noche de mucho pensar en su equipo de trabajo, resulta en un equipo variopinto, eligió de todo, tiene jóvenes y viejos, tiene estudiados y artesanos, tiene con familia y sin familia, tiene de los buenos y de los no tan buenos, hasta a Judas lo eligen!!

Y resulta, que años despúes, a nosotros nos eligió también!!

Cuando nos bautizaron, nos nombraron apóstoles, no solo discípulos, sino APÓSTOLES. Y somos de todo, igual que el primer equipo, aquí mismo hay jóvenes y mayores, hay hombres y mujeres, hay artesanos y licenciados, hay solteros y casados, hay padres e hijos, madres e hijas, hay buenos y malos, somos un equipo variopinto.

Igual que los apóstoles originales, tal vez, nos va a tocar un día negar a Jesús 3 veces, tal vez nos va a tocar venderlo por 20 monedas, y esos momentos no serán nuestros mejores, pero seguro también nos toca hablar a todos sobre Jesús, porque somos sus más grandes fans, porque somos sus discípulos, porque nos cae súper bien, porque queremos ser como Él, queremos tratar a las personas como Él nos trata a nosotros. Esa es la tarea. Sabernos fans de Jesús, seguirlo más de cerca que como seguimos a nuestro cantante favorito, usar sus modos de tratar a la gente, parecernos a su estilo de amar a todos, de amarnos entre todos.

Cómo vas tú con eso?

 

 

Y que Dios nos ayude con las tareas.








Besos a los fans intensos.
Nada para el resto.

martes, 2 de septiembre de 2025

Del santo Evangelio según san Lucas 4, 31-37

 Hoy toca hermanos y hermanas, un evangelio bien rudo!!

Antes de entrarle de lleno, quisiera que hablarles un poquito de la empatía.

No digo que siempre siempre, pero caaasi siempre, cuando hablamos de empatía se nos ocurre pensar en la capacidad que tenemos de sentir el dolor de otra persona, y repetarle ese dolor, darle espacio, acompañarle en sus penas, cierto?? Y qué pasa cuando la otra persona siente un gozo inmenso? Cuando cumple una meta que tal vez tú también buscas. Somos igualmente capaces de sentir la alegría y el gozo de las otras personas sin sentir ni tantita envidia? Ni siquiera una crítica chiquita, de verdad podemos sentir lo que siente el otro, acompañarle en los pasos duros que tiene la vida y también en los bonitos, aunque a nosotros no nos estén pasando cosas lindas?

Vamos a dejar ese tema así un tantito, lo vamos a poner aquí de ladito en los pendientes…

 

Ahora sí, vamos con el evangelio.

Hoy pasan cosas interesantes en el evangelio.

Primero, sucede dentro de la sinagoga, para nosotros sería dentro de la parroquia, dentro del templo de nuestra iglesia. Te puedes imaginar a ti mismo ahí sentado en una de las bancas de madera de tu parroquia? Yo sé que si.

Luego, está Jesús predicando, hoy, sería nuestro párroco, ahí paradito al frente, tal vez tu párroco se para detrás del altar para predicar, tal vez, como el mío, se sube a un balconcito que tiene el templo para que todos le puedan ver con claridad, o tal vez, como Ram, prefiera bajar del altar y caminar entre las bancas. Ya lo imaginaste? Y ahí estaba Jesús, predicando, explicando las cosas de Dios, cuando alguien lo interrumpe, le habla feo. Entonces Jesús le responde con voz firme “Cállate y sal de ese hombre”, y un demonio sale del hombre y el hombre cae al piso.  Cómo te imaginaste eso? Como de película? Así como que de una persona se le sale algo como un fantasma y se va volando y sale por una ventana del techo? Yo lo pensaba así.

Pero y si el demonio no fuese un fantasma?

Qué tal que ese demonio es un enojo? O una desesperación? O un malentendido? O una situación que ya le tiene hasta el gorro? Y que a la primera lee hace reaccionar en su peor versión de sí mismo?

Y si ese hombre no fuese un desconocido? Si esa persona fuésemos tú o yo? No me digas que nunca le has contestado feo a alguien? O que nunca has sentido así que te hierve desde el estómago el enfado y dices algo que no querías decir?

 

Hoy hay 2 tareas importantísimas en éste evangelio.

Número 1.- La corrección entre nosotros. Es imposible pasar por la vida sin equivocarnos, chicos y grandes, no ha y manera de pasar por la vida siendo perfectos. El mayor problema es que nos creemos que sí, que nosotros siempre tenemos la razón, que siempre es nuestra forma, la mejor forma de hacer las cosas, de decir las cosas, hasta de sentir las cosas. Entonces, cuando alguien más lo hace, lo piensa, o lo siente diferente, nos sentimos muy prontos a corregir a todos los demás. Y aquí voy a traer nuestro pendiente de hace unos minutitos, la empatía. Cómo estoy haciendo YO HOY, para corregir a otros? Sería la misma forma en que a mí me gustaría ser corregido? Me tomo un tiempo para pensar en la forma en la que digo las cosas, en el mejor momento, las mejores palabras? O solo saco la corrección o la opinión así como me salga?? Corrijo a otros con verdadera empatía??

Número 1.5.- Cómo me estoy dejando corregir? En qué nivel anda mi ego para dejarme corregir? Ando por la vida pensando que soy Juan camaney y que solo yo hago las cosas como se deben hacer? O me dejo moldear? Escucho a los demás? Tomo en cuenta sus opiniones? Al escuchar la corrección que me hacen a mí, me siento siempre herido? O escucho con empatía la corrección?

Y Número 2.- Jesús, tal como leemos en éste evangelio, es claro y firme. Yo le estoy permitiendo a Jesús, a través de sus evangelios, corregirme a mi? O solo voy a misa, o le prendo a la liturgia, al café fraterno, escucho, le apago y hago como si nada me hubiese dicho Jesús a mi? De qué me ha servido todo esto de ser católico?

 

Como les decía al inicio de la homilía, éste evangelio es bien rudo, la tarea esta bien difícil porque implica modificarme a mí mismo desde mis propios errores, y nuestro ego no siempre nos deja vernos al espejo con transparencia.

 

 

Que Dios nos ayude con eso.









Besos a quienes recocnocen su error, y se liberan de sus demonios.
Nada para el resto.

Del santo Evangelio según san Mateo 23, 23-26

 Comunidad, el Evangelio de hoy es la continuación de la lección de ayer…

Nos habla de la forma en la que tratamos a las personas, de lo que debería ser importante, y de lo que en realidad nosotros le damos más valor.

Hoy la tarea es bien difícil, porque siempre acá en la comunidad, en nuestra religión, hablamos sobre no juzgar a nadie, y la teoría suena bien bonita, pero en la vida real, en la vida diaria, vamos juzgando a todo y a todos, porque es necesario!! Si vas caminando por la calle, y ves a un grupo de personas encapuchadas caminando hacia a ti ¿qué hacemos todos? ¡Juzgamos! ¡y rápido! porque en ese buen juicio se nos puede ir la vida. Puede ser que sea un grupo de personas con frío que van a su casa, tal como tú, pero también podría ser un grupo de asaltantes. En ese momento debes decidir si caminas hacia ellos o si cambias de banqueta, o si caminas en dirección contraria, o si tocas en alguna puerta para que salga alguien que te pueda ayudar, o si sacas tu teléfono para pedir ayuda, o si mejor no lo sacas para que no te lo roben. Todos hacemos juicios diariamente, y si pensamos en ese ejemplo ¿ya no suena tan mal enjuiciar a las personas verdad?

 Pongamos otro ejemplo, si tu fueras la persona de reclutamiento de una gran empresa, y estuvieses buscando a un candidato para un puesto que requiere que esa persona tenga título universitario, maestría en la especialidad del área, experiencia en otras empresas del ramo, que tenga cartas de recomendación no solo de sus empleos anteriores, si no personales. Y te llega a entrevista una persona que tiene los brazos todos tatuados, hasta los dedos, la cabeza mitad rapada y la otra mitad de cabellos de colores, seguro ya te imaginaste que también tiene pircing en las cejas y usa botas negras de plataforma… es casi el mismo ejemplo anterior… al verlo haces un juicio… lo que no sabes es que es un candidato que no solo cubre los requisitos, si no que los excede, no solo tiene maestría, tiene doctorado, y su jefe anterior no solo da buena referencia, si no que escribe que no le quiere dejar ir, pero ya no puede pagarle mejor... ¿¿le contratarías??

 La utopía del amor, es que no juzguemos, que no nos fijemos en lo que no importa y que nos amemos por quienes somos. Pero eso, comunidad, es un ejercicio que nos lleva toda una vida para discernir, para elegir qué juzgamos y qué no, para aprender a tratarnos bonito. Puede que solo parezca una lección de un evangelio de martes, pero la tarea de hoy implica templanza, implica sabiduría, implica compasión, implica aceptación, implica sanar nuestras propias heridas para no replicarlas en otros.

La tarea es de diario, de equivocarnos, aprender y rectificarnos. Nadie nace sabiendo tratar bien a todos, nadie nace sabiendo qué es lo verdaderamente importante al hacer un juicio, hay que aprenderlo en el camino.

 

Y que Dios nos ayude con eso.







Besos a quienes han juzgado, y han atinado.
Nada para el resto.

miércoles, 13 de agosto de 2025

Del santo Evangelio según san Mateo 18, 15-20

 Uuuuy comunidad!!

Éste Evangelio es un arma de muchos filos!! Hay que irnos despacito con éste texto… Pero como siempre, termina todo muy bonito, veamos…

 Tenemos primero, el tema de la corrección fraterna. Y éste tema cambia entre comunidades, cambia entre familias, cambia entre escuelas, cambia con el tiempo, con la región geográfica… no hay una receta fija para éste tema. Y eso es súper confuso para todos. Cuando escribía ésta homilía se me ocurrieron un montón de momentos en la historia en que las personas estaban pensando que así como corregían, era la manera correcta, que ser duros o rígidos, era la mejor manera por el bien de la persona a corregir, y un tiempo después nos dimos cuenta de que no había sido ni por lejos una decisión atinada. Piensen una, no la digan, a mi se me ocurrieron tantas formas equivocadas que no supe ni cómo ponerlas aquí sin que nos diera coraje o tristeza o hasta asco.

 Lo cierto, es que corregir a otro es un asunto sumamente subjetivo, porque lo que a mi parecer puede ser malo para ti no, o al revés. Y entonces? Qué corregir? Cómo corregir? Hoy día es muy común que hablemos de la generación de cristal, cuando nos referimos a personas, chicos o grandes, que no toleran el dolor, incluyendo la corrección. Pero también tenemos de moda, la atención psicológica para sanar nuestra mente, nuestros dolores, nuestras heridas de la infancia.

 Entonces dónde está el punto medio? Corrijo o no corrijo, qué necesito saber, yo mismo, antes de corregir? Cuando me equivoco yo, me corrijo yo mismo, o aún a propósito, le sigo en el error hasta que alguien se queja?

Yo creo que nuestro criterio debería ir encaminado a mejorar nuestra comunidad, desde las pequeñas que mencioné al inicio: la comunidad de mi familia, la comunidad de mi escuela, la comunidad de mi calle, la comunidad de mi trabajo, y desde ahí ir creciendo a comunidades más grandes: la comunidad de mi ciudad, la comunidad de mi país, la comunidad de mi planeta. Sin perder de vista y haciendo ejercicio continuo de: la tolerancia, la compasión, la misericordia.

 Siempre recordando, que nadie, NADIE, es tan malo tan malo, y que nadie es tan bueno tan bueno (ni siquiera uno mismo) y teniendo certeza en todo momento lo que éste mismo evangelio menciona: que si dos de nosotros nos ponemos de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, nuestro Padre celestial nos lo concederá; pues donde dos o tres nos reunamos en Su nombre, ahí está El en medio de nosotros.

 

 

Que Dios nos ayude con eso.












Besos a los que nos equivocamos diario
Nada a quienes corregimos todo.

miércoles, 6 de agosto de 2025

Del Santo Evangelio según San Juan 11, 19-27

¿Qué tal si dividimos este parrafito en partes?

1. Jesús y sus amigos

¿Se acuerdan que hace apenas unos días hablábamos de María y Marta?
Hoy nos toca hablar otra vez de esta familia: tres hermanos que eran amigos de Jesús. 
Y seamos sinceros… todos tenemos distintos tipos de amigos. Jesús también. Y ellos tres —María, Marta y Lázaro— eran ese tipo de amigos que te prestan su casa siempre. Amigos a los que puedes llamar a cualquier hora, y van a estar ahí, puestos y dispuestos a lo que tú propongas. De esos no hay muchos. Jesús lo sabía. Por eso ellos tres eran amigos especiales.

Y nosotros… ¿cómo vamos con eso?

Ser amigo, y tener amigos, es un trabajo permanente de vida.
No basta con existir para ser un buen amigo.
Las amistades necesitan alimento, necesitan tiempo, necesitan honestidad, confianza, presencia, escucha, compasión, misericordia… necesitan atención real.

Quienes vivimos desde antes de los celulares, sabemos que hoy es mucho más fácil ser un amigo presente.
Hace poco leí un artículo en un periódico que decía:

Para poder regularte emocionalmente, para poder recuperarte de un momento fuerte, necesitas hablar durante 8 minutos con un amigo.

¡Ocho minutos! Y ya llevamos aquí 16 minutos!! 
En ese tiempo ya podrías haber recibido la llamada de un amigo, haberle escuchado, y colgar con el corazón más ligero. 
¿Lo hemos hecho hoy?

¿Cuántos videítos viste en tu celu?
¿Viste ya un capítulo de una serie?
¿Y le llamaste a algún amigo para saber cómo está?

Yo sé que ahora mismo te vino a la mente el nombre de esa persona a quien no le has llamado.
Así que, tarea 1:
Cuando termine esta celebración, mándale un mensaje y pregúntale si tiene 8 minutos para hablar contigo.

Escúchale. Sin interrupciones. No lo juzgues. Y ponte a su servicio. (Y luego cumple esa promesa de servicio).

2. Marta y el lamento

Vamos a otra parte del Evangelio.

Hace unos días hablábamos del momento en que Marta se quedaba en casa haciendo las labores domésticas, mientras María salía a escuchar a Jesús. ¿Se acuerdan?

Pues ahora la que sale es Marta.
Deja a María dentro de casa, lamentando la muerte de su hermano, junto con otros judíos que también habían venido… a lamentarse.

Eso, sinceramente, nos pasa mucho a nosotros también.
Nos lamentamos.
Sí, de la muerte… pero también de muchas otras cosas:
De haber perdido algo, de no tener lo que queremos, de que el tiempo cambie, de que el pasado parecía mejor…

Y a veces caemos en quedarnos atrapados en ese lamento.
Tanto así, que hoy en día la depresión se ha convertido en uno de los males más comunes.

Ojo, no estoy diciendo que la depresión sea simplemente por lamentar la pérdida de alguien —claro que duele perder a alguien que amamos—, pero si nos quedamos anclados en el canal del dolor, ese dolor se convierte en sufrimiento constante.
Y eso podemos evitarlo.

El dolor nos va a tocar a todos, tarde o temprano.
Pero el sufrimiento... ese sí se puede evitar.

Así que, tarea 2:
Revisa si lo que te está doliendo es dolor aún, o si llevas mucho tiempo dorandole la píldora al dolor y ya es sufrimiento.

Y Jesús nos da una gran herramienta para lograrlo.

3. La fe como herramienta

Otra parte del Evangelio de hoy dice:

“Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”
(Marta, en Juan 11:27)

Esas palabras son una confesión de fe.
Y la fe… es personal.
Es invisible.
Es injuzgable.
Es solo tuya.

Nadie te la puede imponer.
Pero tampoco nadie te la puede quitar.

¿Por qué nadie te la puede poner ni imponer?
Porque aunque te conectes diario a orar aquí en la liturgia, aunque vayas a misa todos los días, aunque leas toda la Biblia o vayas a todos los retiros...
Si tú decides no creer, no vas a creer.

La fe es un ejercicio que mezcla la mente, los sentimientos, y un poco de conocimiento.
Y aun si no conoces todo sobre Jesús… podrías creer en Él.

Así que, tarea 3:
Vamos a revisar nuestra propia fe, qué me falta? o qué me sobra? Estoy educándome en conocer a Jesús lo suficiente? La forma o el método de aprender de Dios es lo que me acomoda mejor? Lo que siento va en concordancia con lo que estoy aprendiendo? Me siento bien con Dios?

Hoy, Jesús nos pone dos herramientas hermosas en este relato del Evangelio:

  • La fe.

  • La amistad.

Que Dios nos permita vivir ambas de forma constante, responsable y amorosa…
Para que podamos ser felices hoy.












Besos a quienes avanzan desde el dolor,
Nada para el resto

Del santo Evangelio según san Mateo 14, 22-36

 Este texto del Evangelio es muy socorrido en pláticas de retiros, cursos de Biblia, clases de catequesis… y aquí mismo, en Pastoral Creativa, somos expertos en la Lectio Divina. Este pasaje lo hemos pensado, platicado y estudiado muchas veces.

¿Y saben por qué lo seguimos estudiando?
Porque seguimos teniendo problemas. Porque seguimos necesitando el recordatorio de que tenemos a Jesús a la mano.

Seguro que sí.
Pero ¿se han imaginado ese momento?
Acaba de terminar la comida de una multitud, en la que Jesús multiplicó los panes y los peces. La gente en general —pero sobre todo los apóstoles— comenzaban a darse cuenta del poder real de Jesús.
Y lo gozaban.
Lo gozaban comiendo con Él, lo gozaban siendo sanados, consolados, liberados de sus pesares.
Y eso no es algo ajeno a nosotros: desde chicos hasta viejitos, todos pasamos por dolores, angustias y cosas que simplemente no nos gustan.

Vamos a dividir el Evangelio en tres partes, como hemos hecho en semanas pasadas:
Este texto nos muestra tres ejemplos de lo que hacemos (y podemos hacer) cuando la vida sucede.

1. Jesús sube al monte a orar

Después de despedir a la multitud, Jesús se va a orar al monte.
Nos da el ejemplo de lo que debemos hacer: orar, dar gracias por lo bueno, disfrutar cuando las cosas lindas suceden.
Eso se nos olvida con mucha facilidad.
Porque cuando la vida nos sonríe, nos ponemos contentísimos, queremos seguir en la fiesta... y se nos olvida orar también en esos momentos.

2. Los apóstoles reman en medio de la tormenta

Mientras Jesús ora con el Padre, los apóstoles se quedan remando, peleando con las tormentas que los azotan.
Eso hacemos la mayoría: seguimos con la vida como viene.
Y muchas veces se nos olvida detenernos, medir nuestras fuerzas, discernir si conviene remar con todo o esperar a que pase la tormenta.
Nos metemos en problemas que parecieran gratuitos… todo por desesperados.

3. Pedro camina —y se hunde— sobre el agua

Pedro hace lo que muchos seguimos haciendo hoy: reta a Jesús.
“Señor, si eres tú, mándame ir a ti caminando sobre el agua.”
Y Jesús le dice: “Órale, va. Ven.”

Y así también actuamos nosotros:
Cuando algo nos duele mucho, en lugar de orar y hacer silencio interior, empezamos con el:
“¿Por qué yo?”
“¿Por qué a mí?”
“¿Y ahora qué sigue, Señor, si no veo la mía?”

¿Por qué lo retamos?
Si estuviéramos seguros de su amor, ¿por qué necesitamos ponerlo a prueba?
Y si Él nos dice: “Órale, camina sobre el agua”… ¿qué pasa?
Lo mismo que a Pedro: caemos en la trampa de la poca fe.
Pedimos sin estar listos para recibir. Proponemos sin querer comprometernos.

Estoy segura de que hoy tienes un problema. Porque todos tenemos siempre un problema.
Lo que pasa es que cuando es nuestro, parece el más grande del mundo y sentimos que nos ahogamos sin ver salida.

(Y no estoy diciendo nombres, ¿eh? 😉 Todos hemos sentido eso.)

¿Será hoy un buen día para apartarnos un momento, orar y pedirle a Dios que nos saque del hoyo en el que estamos?
¿Y como en la homilía del domingo antepasado, pedir y pedir y pedir… hasta que Dios nos escuche y nos dé lo que necesitamos?

Yo creo que sí.
Hoy es un excelente día para orar.











Besos a quienes nos ahogamos
Nada para el resto

martes, 22 de julio de 2025

Del santo Evangelio según san Juan 20, 1-2. 11-18

 En éste evangelio, hay dos temas muy importantes para meditar

El primero, que es el tema tradicional de los sermones que hemos escuchado año con año, que es el llorar de Magdalena, incluso, si buscan las imágenes, la iconografía de María Magdalena, en su gran mayoría, aparece con carita de congoja, llore y llore. Tenemos incluso la frase de “llora como Magdalena”, por este momento, sí muy importante de nuestra historia de fe, los días de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, en que, no es para menos, Magdalena está siendo testigo de cómo torturan a su amigo, a su maestro, al hombre a quien ha seguido por mucho tiempo y de quien ella solo conoce palabras de amor. Lo torturan hasta la muerte y ella, junto con otros poquitos, es testigo, ella lo vio todo, y claro! Si tú hubieses visto todo eso, te darían ganas de llorar también! No es poca cosa! Me gustaría destacar, que, según los relatos, hoy revisé bien los textos, muchos otros que andaban con Jesús no se quedaron todo el tiempo, prefirieron voltear, prefirieron irse y esperar sin ver. Magdalena se quedó todo el tiempo ahí con Jesús, y luego fue la primera en regresar a limpiar su cuerpo para sepultarlo de forma adecuada, y seguía llorando, claro que seguía llorando! Y entre tanta lágrima entiendo perfecto que no haya reconocido a Jesús a la primera, a mí, al menos, se me hinchan los ojos cuando lloro, la lágrima me nubla la vista, no sé a ustedes, y es hasta que Jesús dice su nombre cuando lo reconoce. A ella se le presenta primero, ella que se quedó a todo lo feo, le toca también ser la primera en ver lo gozoso. Y no duda, al contrario, acto seguido lo que hace es lo que venía haciendo desde hacía tiempo: hacer lo que Jesús le decía que hiciera. Después de ese momento, en ninguno de los evangelios dice que Magdalena volvió a llorar.

 

Y nosotros cómo vamos con eso? Fíjense que llevo muchos años estudiándole a ésto, he leído de pedacito en pedacito los evangelios, y en ninguno dice que si seguimos a Jesús la vida no nos va a doler. Porque eso es verdad. La vida a veces duele. A veces nos toca pasar por momentos muy difíciles y muy dolorosos, a veces esos momentos son largos, a veces son solo un susto y pasa pronto, pero desde que somos chicos hasta que somos viejitos, la vida tiene muchos momentos que duelen mucho. Y tú qué haces con esos momentos de dolor? Los alargas llorando por siempre? O, como Magdalena, los lloras un rato y luego a lo que sigue, no sin olvidar, pero sin sufrir.

 

El segundo tema para pensarle, es Magdalena misma.

Hace 2mil años, lo hemos hablado muchas veces, las mujeres no valían mucho. No tenían un lugar en la sociedad, solo eran la esposa de, la madre de, la hija de, pero SER por sí solas alguien, no pasaba. Y por eso el papel de Magdalena en la historia de la salvación es tan importante. Magdalena no era esposa de nadie, no era hermana de nadie, no era madre de nadie, ella andaba ahí entre los apóstoles con Jesús, haciendo qué? Lo mismo que los apóstoles, sirviendo a Jesús, sirviendo con Jesús, aprendiendo de Jesús, y al final, incluso hoy mismo, siendo una mujer relevante en la salvación.

Hace un rato, una amiga nos mandó un video donde un señor X habla sobre las nuevas formas de tratar a las mujeres en las que se les toma en cuenta, se les respeta, se les valora, se tratan con equidad y revaloran su existencia misma (o al menos esa es la intención en muchas ocasiones), y que con ello lo dolido que quedan los hombres. He meditado en ese video todo el día, me he enfadado con el señor ese, me he puesto triste con lo que dice, luego me enfado de nuevo, y le sigo pensando cómo hacer para digerir, el nuevo o no nuevo papel de las mujeres en nuestra sociedad.

Nosotros cómo vamos con eso, nosotras las mujeres. Como mujer, y mujer soltera, entiendo perfecto a Magdalena, que no necesita de un hombre para andar ahí con Jesús, haciendo lo que a ella le tocara hacer. Entiendo también el papel feminista de exigencia de igualdad, entiendo el hartazgo, yo misma he sido víctima del maltrato de los hombres y del patriarcado como un sistema que lleva desde las cavernas y que tampoco me gusta. Tampoco me gusta que en la iglesia, solo por ser mujer no puedo hacer muchas cosas, que siempre necesito del permiso de un varón, para hacer o para decir. Me he enfadado no saben cuánto cuando algún sacerdote critica mi maternidad, en mi mente no entiendo cómo alguien que no es padre de familia pueda entender la maternidad, pero pasa. Y cuando eso pasa, volteo así de ladito, o para el otro ladito, y no hay nadie, no hay otra mujer que ponga su mano en mi hombro y diga cualquier cosa, prefieren quedarse en la sombra, prefieren, como los apóstoles el día del calvario, voltear la cabeza para no ver lo feo, prefieren esperar en casa para no tener que hacer más trabajo que el mínimo necesario.

No sé ustedes, pero yo propondría que, igual que Magdalena, tomemos nuestro lugar en la historia de la iglesia, sin dejarnos amedrentar, sin quitarnos de la foto. Propongo que no solo sigamos siendo constantes, sino que además dejemos de agachar la cabeza. Es más trabajo? Sí! Podemos con el más trabajo? Por supuesto! Siempre hemos podido, hemos estado siempre, salgamos de las sombras, dejemos atrás el que hablen mal de una, porque, a pesar de los chismes, en ningún lado dice que Magdalena fuese prostituta, alguien lo inventó y luego se regó el chisme, restándole valor a su presencia. Nos ha pasado a todas. Avancemos página y tomemos a Magdalena de la mano para que nos guíe con su ejemplo.

 

Que Dios nos ayude con eso.









Besos a quienes entienden que equidad no es hacer menos a los varones.
Nada para el resto.
Pero le resto a quienes desde su lugar, voltean a otro lado y no hacen ni lo mínimo necesario (u obligado).

Del santo Evangelio según san Lucas 6, 12-19

 Qué tal si empezamos como la semana pasada? con la primera lectura. De la carta de Pablo a los colosenses. Pablo tiene un papel fundamental...