Hoy vemos a unos discípulos llenos de miedo por una tormenta que les tocó en la lancha. Podríamos decir que era un tormentón.
Y aquí te pregunto: ¿has vivido tú un tormentón así? Piensa en uno de esos momentos donde todo parece fuera de control.
También vemos a Jesús, dormido al inicio de la tormenta. Solo cuando lo despiertan, reacciona con calma, da una orden… y todo se aquieta.
Y sin, obviamente, compararnos con Jesús, ¿te ha pasado que tú podías ver la solución en medio del caos, y no era tan dramático como todos pensaban? Eso… es fe.
Podemos hablar de tres pasos en la fe que todos, tarde o temprano, pasamos:
-
Entender.
Es conocer a Jesús: qué decía, qué hacía, cómo se comportaba, con quién se juntaba, cómo reaccionaba la gente a su alrededor. -
Confiar.
Es empezar a creer que eso que aprendiste sí sucedió… y que sigue sucediendo hoy, en tu vida y en la de quienes te rodean. -
Vivir.
Ya sé, vas a decir: “¡Oye, pero si yo ya vivo, tengo pulso, respiro!”
Sí… pero vivir en la fe es vivir con paz, con seguridad, es ser capaz de calmar tormentas —propias y ajenas— con una sola mano. Es dar tranquilidad a quienes tienes cerca.
Ahora, no te creas que por tener muchos años ya dominas este camino. Tampoco pienses que esto es lineal, como escalones que solo suben.
La vida no siempre va hacia arriba: a veces va hacia atrás, a veces se detiene. A veces estamos fuertes, y a veces sentimos que se nos cae el mundo.
A veces controlamos la tormenta… y a veces nos ahogamos en los charcos que deja.
Así es la vida, como la línea del electrocardiograma: si se mueve, vas bien.
La fe puede quedarse solo en creer… pero esa es una fe muerta. Y habrá a quien le funcione, no juzgamos.
Pero una fe viva nos arrastra a la acción, nos empuja a hacer cosas.
Entonces, la tarea de hoy —que nadie va a calificar, pero te recomiendo que la hagas— es la siguiente:
Antes de que se te olvide, saca tu cuadernito y tu lápiz. Haz una lista:
¿Qué estoy haciendo para crecer en la fe?
-
¿Estoy creciendo en mi conocimiento de Dios?
¿Estoy en catecismo, en algún curso, o estudiando por mi cuenta? ¿Conozco lo que dice la Iglesia, sus dogmas, su historia, su moral? -
¿Estoy creciendo emocionalmente en mi fe?
¿Encuentro paz en la oración? ¿Me siento más centrado, más templado, más sereno? -
¿Estoy dando frutos de fe?
¿Qué estoy haciendo que transforme mi comunidad, mi familia, mi ambiente de trabajo? ¿Qué cosas hago que construyen un mundo mejor?
Y como siempre, esta tarea la revisas tú solita, tú solito.
Y ojalá, cuando la revises, algo en ti se mueva.
Y esa mano que Dios te dio… se convierta en mano que detiene tormentas.
Que Dios nos ayude con eso.
Nada a los tibios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario