RESPIRA
Ya caaasi acaba el día del niño…
Cómo les fue? Cómo nos fue?
Cómo tratamos hoy a los niños a nuestro alrededor? Y aunque suene
trillado… cómo tratamos a nuestro niño interior?
Hoy el Evangelio, pareciera que no trata del día del niño, pero si… no,
pero sí…
Hoy el Evangelio nos recuerda unas palabras que dijo Jesús mismo en
persona, se acuerdan? Las acabamos de leer:
"La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el
mundo. No pierdan la paz ni se acobarden”.
Después dijo otras palabritas, pero nos vamos a quedar con éstas.
Cuando Jesús nos dijo que nos dejaba SU paz, no era cualquier paz, es
la paz que nos da Dios, que debe ser supermagnífica!! Tampoco fueron solo
palabras para rellenar una conversación, porque, como siempre, Jesús nos lleva,
casi nos empuja a la acción, no solo a la palabra. Así que veamos… si nos dijo
que no solo nos deja la paz, si no SU PAZ, y si Jesús nos deja de tarea siempre
una acción, qué hemos hecho nosotros por la paz?
Cuando los niños escuchan a los grandes hablar de paz, se imaginan,
casi siempre, que es cuando no hay guerra, donde hay paz no hay soldados, ni
armas, y eso es cierto, pero no SOLO es eso.
Cuando hay paz, no hay palabras que hieren. Cuando hay paz, no hay
tratos injustos. Cuando hay paz, no falta el amor. Cuando hay paz, no hay
envidias. Cuando hay paz, no hay inseguridad. Cuando hay paz, no hay miedos. Cuando
hay paz, no hay desesperanzas. Cuando hay paz, no hay las tantas y tantas
acciones que todos conocemos, y que hacemos ya casi sin pensar, y que provocan
que no haya paz.
Hoy que es día de las infancias, pensemos qué podemos hacer, o dejar de
hacer, para que las niñas y los niños a nuestro alrededor puedan sentirse en
paz, puedan desarrollarse con las menos sosobras posibles, para que puedan
saborear la tranquilidad de la vida, para que cuando tengan mi edad, o la tuya,
puedan mirar atrás y digan: Oye!!! Qué bonita infancia tuve!! La pasé de
pelos!! Fue fantástico!! Porque cuando un niño tiene paz durante su desarrollo,
se logra un adulto sano, que procura repetir y replicar esa paz que sintió de
chiquito. Y ahí, en ese saborear lo bonito, ES donde está la paz de Dios.
Ahora, a ti que ya sientes que no eres niño que ya no eres niña. Te voy a pedir que pongas tus manitas en tu pecho, y que te apachurres un poquito, cierra tus ojitos… respira profundo… 2… 3… 4… saca el aire despacito por la boca… 2… 3… 4… y quiero que pongas en tu mente una imagen de ti mismo de chiquito, de más chiquito, tal vez una foto que te tomaron en la escuela o en tu primera comunión, o en tu bautizo. Ahora, imagina que tomas entre tus brazos a esa niña, a ese niño pequeñito, cárgalo con cuidado, mírale la preciosidad que es, y dile lo bonito, lo bonita que es, lo bien que se siente abrazarla, abrazarlo, dile que es inteligente, que es brillante, que tiene talento, y que vas a estar ahí para cuidarla, para cuidarlo, que vaya con todo a la vida, sin miedo, que vas a estar al pendiente, y que le vas a ayudar en todo lo que puedas. Dale un beso en su frente, aprieta tus manos contra tu pecho, respira, abre tus ojitos.
La tarea de hacer la paz cada día es importante, todos tendremos que
hacer cambios, en lo pequeño y en lo grande. No bajemos la guardia en ésta
tarea, porque todos queremos la paz de verdad, la que nos deja vivir bonito.
Besos a quienes procuran paz a las infancias.
Nada para el resto.
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