lunes, 31 de enero de 2011

Comidas

Hay cosas que yo no aguanto, entre ellas el hambre. Mi madre siempre me ha dicho que para pobre no nací y ni cómo negarlo, un rato con hambre es de lo más gacho, más en éste piso, rodeada de fifís y sus ideas.
En las madrugadas me tapa el paso el carrito de los tamales, y en lo que se quita o no, o el de enfrente le atina al checador, o no se puede estacionar el de abajo, pues qué mejor que una tortita de tamal y un atole no?
Luego a media mañana me sonsaca D para ir por unos tacos "al carro rojo", un señor que en la cajuela de su coche trae la taquería completa, caja de tortillas calientitas, guisados varios, arroz, huevos cocidos, referescos en hielera, juguitos de naranja, y de postre la canasta de los chuchulucos.
A la hora de la comida, hace más de un año a mi me parecía que las opciones eran limitadas, pero no, la cosa es que están escondidas, que si no los tacos de canasta de la calle de atrás, que si no las quesadillas de la calle de atrás de la tienda roja, que las enchiladas sobre insurgentes, hasta en la iglesa hay un sitio dónde comer bien y no tan caro.
En la tardesita que ya digeriste la comida y aún te espera larga noche de números, un sandwichito de pollo de "la señora de la bolsa" no esta mal, o aunque sea unas galletas para aguantar el camino de regreso si sales temprano.
Y claro, llegando a casa hay que cenar, no perdono de menos un huevito revueltonomuycocido y una leche con café; si hay visitas, pues hotcakes con miel; y si mi mamá me guardó un itacate, hasta pastel de carne me toca.

Luego entonces... cómo diablos no se me va a encoger la pechuga cuando me pongo a dieta?!?!

Besos para mi, que me mato trabajando para que los míos no pasen hambre.

Y nada para el teporochito que acostumbra sentarse en el quicio de mi puerta, que le ofrecí un taco ayer y me lo rechazó porque lo que él pedía era dinero para el cemento. Mire Usted!!

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