Mateo es muy claro en su forma de escribir, ¿verdad?
Vamos a revisar primero una cosita que aparece antes de “En aquel
tiempo”. ¿Quién me puede decir cuál es el renglón anterior?
Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48.
Muy bien, capítulo 5 de Mateo. ¿Alguien tiene a la mano su Biblia para
confirmarnos cómo se llama ese capítulo?
Las bienaventuranzas.
Para entender bien los versículos del 43 al 48, vamos a ver cómo
llegamos hasta aquí. El capítulo empieza enumerando las bienaventuranzas, casi
como una lista directa. Luego, poco a poco, va desarrollando cada una,
explicando de qué se trata.
En algunas traducciones católicas de la Biblia se lee: “Bienaventurados
los que tienen el espíritu del pobre”, “Bienaventurados...”. En otras, que me
gustan más, dice: “Felices los que lloran, porque recibirán consuelo”,
“Felices...”.
Es cierto que en este contexto "bienaventurado" y
"feliz" significan lo mismo. Pero para nosotros, que hablamos español
en el 2025, “feliz” tiene más sentido. Es una palabra que usamos más. No
decimos: “¡Bienaventurado cumpleaños!”, decimos: “¡Feliz cumpleaños!”. Es lo mismo, sí, pero el lenguaje importa cuando queremos entender.
Todo este capítulo trata de cómo hacer cosas que nos lleven a la
felicidad. Y amar es una actividad fundamental para ser felices.
Sin embargo, hay situaciones que bloquean el amor. Es como si se nos
tapara el popote por donde bebemos la felicidad.
Piensa en dos situaciones que hoy te provocan enojo. Luego, en dos que
te entristecen. Y otras dos que te llenan de rencor, que te retuercen el
estómago solo de recordarlas.
Quizá alguien te hizo daño, te trató mal, o hirió a alguien a quien
amas. Tal vez alguien se equivocó gravemente contigo y nunca te pidió perdón.
Y hoy, Jesús nos dice que a esa persona que nos hace hervir la sangre…
la amemos. Que la amemos mucho. Y para amar, hay que perdonar. Y ahí es donde se complica, ¿cierto?
Ya hasta tenemos frases hechas para justificar nuestra dificultad para
perdonar:
“Perdono, pero no olvido”,
“Que te perdone Dios, porque yo no puedo”…
Y sí, lo que te hicieron pudo ser grave. Incluso podría considerarse
delito. Te hirieron de verdad, y no has sanado. Es cierto: perdonar es un
proceso muy complicado.
Pero… ¿y si fuera al revés?
¿Y si tú fuiste quien hizo daño?
¿Si lastimaste a alguien, queriendo o sin querer, y no te has atrevido
a dar la cara y pedir perdón?
Aquí entre nosotros, sentaditos en casa, frente al Zoom o en el Face,
conociéndonos, cayéndonos bien... es fácil pensar que somos buenas personas. ¡Y lo somos!
Pero recuerden: en el cuento de Caperucita y el lobo, el malo es el
lobo… porque Caperucita cuenta la historia.
¿Y si somos el lobo en la historia de alguien más?
¿Eso nos quita el derecho al perdón?
¿Eso nos hace indignos de amor?
Amar a mis amigos es fácil.
Amarme a mí misma o a mí mismo, también.
Pero amar y perdonar a quien me lastimó, a quien ha sido el
"lobo" en mi historia… eso ya no es tan sencillo.
Quisiera decirles que la tarea de hoy es simple y directa:
“Perdona a todos y ama a todos para que seas sumamente feliz”.
Pero no.
La tarea de hoy es un trabajo profundo. Un camino difícil.
¿Cuál será tu primer paso?
Y si quieres… podemos darlo juntos, como comunidad.
Que Dios nos ayude con eso.
Besos a Fournier (antes Ferguson) y a Fernando (antes Fulano), que son los lobos en mi historia, y soy el lobo en la suya. Algún día pagaremos lo que nos toca a cada uno, y pediremos perdón, y seremos perdonados. Empecemos por quitarnos del anonimato, al fin que los hijos saben perfectamente sus nombres y rostros.
Nada para el resto.
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