¿Qué tal si dividimos este parrafito en partes?
1. Jesús y sus amigos
¿Se acuerdan que hace apenas unos días hablábamos de María y Marta?
Hoy nos toca hablar otra vez de esta familia: tres hermanos que eran amigos de Jesús. Y seamos sinceros… todos tenemos distintos tipos de amigos. Jesús también. Y ellos tres —María, Marta y Lázaro— eran ese tipo de amigos que te prestan su casa siempre. Amigos a los que puedes llamar a cualquier hora, y van a estar ahí, puestos y dispuestos a lo que tú propongas. De esos no hay muchos. Jesús lo sabía. Por eso ellos tres eran amigos especiales.
Y nosotros… ¿cómo vamos con eso?
Ser amigo, y tener amigos, es un trabajo permanente de vida.
No basta con existir para ser un buen amigo.
Las amistades necesitan alimento, necesitan tiempo, necesitan honestidad, confianza, presencia, escucha, compasión, misericordia… necesitan atención real.
Quienes vivimos desde antes de los celulares, sabemos que hoy es mucho más fácil ser un amigo presente.
Hace poco leí un artículo en un periódico que decía:
Para poder regularte emocionalmente, para poder recuperarte de un momento fuerte, necesitas hablar durante 8 minutos con un amigo.
¡Ocho minutos! Y ya llevamos aquí 16 minutos!!
En ese tiempo ya podrías haber recibido la llamada de un amigo, haberle escuchado, y colgar con el corazón más ligero. ¿Lo hemos hecho hoy?
¿Cuántos videítos viste en tu celu?
¿Viste ya un capítulo de una serie?
¿Y le llamaste a algún amigo para saber cómo está?
Yo sé que ahora mismo te vino a la mente el nombre de esa persona a quien no le has llamado.
Así que, tarea 1:
Cuando termine esta celebración, mándale un mensaje y pregúntale si tiene 8 minutos para hablar contigo.
Escúchale. Sin interrupciones. No lo juzgues. Y ponte a su servicio. (Y luego cumple esa promesa de servicio).
2. Marta y el lamento
Vamos a otra parte del Evangelio.
Hace unos días hablábamos del momento en que Marta se quedaba en casa haciendo las labores domésticas, mientras María salía a escuchar a Jesús. ¿Se acuerdan?
Pues ahora la que sale es Marta.
Deja a María dentro de casa, lamentando la muerte de su hermano, junto con otros judíos que también habían venido… a lamentarse.
Eso, sinceramente, nos pasa mucho a nosotros también.
Nos lamentamos.
Sí, de la muerte… pero también de muchas otras cosas:
De haber perdido algo, de no tener lo que queremos, de que el tiempo cambie, de que el pasado parecía mejor…
Y a veces caemos en quedarnos atrapados en ese lamento.
Tanto así, que hoy en día la depresión se ha convertido en uno de los males más comunes.
Ojo, no estoy diciendo que la depresión sea simplemente por lamentar la pérdida de alguien —claro que duele perder a alguien que amamos—, pero si nos quedamos anclados en el canal del dolor, ese dolor se convierte en sufrimiento constante.
Y eso sí podemos evitarlo.
El dolor nos va a tocar a todos, tarde o temprano.
Pero el sufrimiento... ese sí se puede evitar.
Así que, tarea 2:
Revisa si lo que te está doliendo es dolor aún, o si llevas mucho tiempo dorandole la píldora al dolor y ya es sufrimiento.
Y Jesús nos da una gran herramienta para lograrlo.
3. La fe como herramienta
Otra parte del Evangelio de hoy dice:
“Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”
(Marta, en Juan 11:27)
Esas palabras son una confesión de fe.
Y la fe… es personal.
Es invisible.
Es injuzgable.
Es solo tuya.
Nadie te la puede imponer.
Pero tampoco nadie te la puede quitar.
¿Por qué nadie te la puede poner ni imponer?
Porque aunque te conectes diario a orar aquí en la liturgia, aunque vayas a misa todos los días, aunque leas toda la Biblia o vayas a todos los retiros...
Si tú decides no creer, no vas a creer.
La fe es un ejercicio que mezcla la mente, los sentimientos, y un poco de conocimiento.
Y aun si no conoces todo sobre Jesús… podrías creer en Él.
Así que, tarea 3:
Vamos a revisar nuestra propia fe, qué me falta? o qué me sobra? Estoy educándome en conocer a Jesús lo suficiente? La forma o el método de aprender de Dios es lo que me acomoda mejor? Lo que siento va en concordancia con lo que estoy aprendiendo? Me siento bien con Dios?
Hoy, Jesús nos pone dos herramientas hermosas en este relato del Evangelio:
-
La fe.
-
La amistad.
Que Dios nos permita vivir ambas de forma constante, responsable y amorosa…
Para que podamos ser felices hoy.
Nada para el resto
No hay comentarios:
Publicar un comentario