martes, 15 de julio de 2025

Del santo Evangelio según san Mateo 11, 20-24

 Hoy podemos notar al principio del Evangelio algo inusual, Jesús anda regañón, “reprende”, le jala las orejas, no a unas cuantas personas, si no a ciudades enteras. Y solo le faltó tantito para nombrar a la cdmx.

 Jesús nos regaña porque manda milagros y los desperdiciamos. Pero cómo hacemos eso Ale? Si diario queremos, rezamos, oramos, rogamos por un milagro.

 Pero demos un pasito atrás, para qué sirven los milagros? Nos dan paz? Nos dan felicidad? Nos dan esperanza? Nos dejan respirar tantito para seguirle mañana? Para qué usas tú los milagros de Dios? Los estamos de verdad aprovechando? O somos igualitos a Corozaín y a Betsaida, llenos de la mano de Dios, y llenos de personas que ya no notamos cuando sucede un milagro?

 Hace apenas 3 meses acá en la ciudad de México nos moríamos de calor y sequía, incluso las ciudades tenían ya una fecha de colapso por no escasez, si no ausencia absoluta de agua. Y nos mandan el milagro de las lluvias, y ahora nos quejamos de que llueve diario. Gozamos el absoluto milagro de los avances en ingeniería, somos una ciudad ejemplo mundial de ingeniería en sistemas hidráulicos, y qué hacemos? Tapamos el drenaje con basura y nos inundamos a la primera. Dios nos concede el milagro de los ríos y los lagos, no solo aquí, si no a lo largo y ancho del mundo, y qué hacemos? Construimos en el cauce de los ríos, para que cuando vuelvan a tener agua nos inundemos y nos quejemos de que el agua se llevó mi sala, el refri y hasta mi coche.

 Dios nos concede el milagro de ser una cultura con arraigo familiar profundo, con respeto a los mayores, somos amables, fiesteros, muéganos... y qué hacemos? Nos peleamos primero con los hermanos, luego con los cuñados y sobrinos, engañamos a nuestras parejas, y en vez de solucionar las diferencias y conciliar, inventamos frases como “hasta el árbol familiar se poda”.

 Ya hemos hablado del pecado, hemos llegado a la conclusión inequívoca de que todos pecamos, siempre, mucho, a cada rato. No ahora, a ésta conclusión llegamos hace siglos, así que la iglesia nos impuso el mandamiento de la confesión, que incluye arrepentimiento, enmienda y evitar al menos ese mismo pecado de nuevo.

Y qué hacemos hoy? Si acaso nos confesamos con el sacerdote. Arrepentirnos? Por favor, si yo siempre tengo la razón!! Enmendarnos??? Pero por qué yo?? Que se enmiende el mundo entero!! Yo soy el centro del universo y que los demás se adapten o se quiten porque yo voy tendido haciendo lo que quiero como quiero cuando quiero. Evitar el mismo pecado de nuevo?? Cuál pecado? Si soy la perfección andando! Yo ni me equivoco, ni tengo que pedir perdón de nada a nadie.

 Vivimos llenos de milagros, nosotros, aquí somos inmensamente privilegiados, tenemos todos internet para vernos ahorita! Y si lo pensamos tantito, el internet es un verdadero milagro, cuántas mentes brillantísimas se han tenido que sincronizar en el tiempo para poder crear esto que estamos gozando ahorita? Y para qué lo usamos? Sí ya sé, ahorita le ponemos 30 o 40 minutos a la celebración de la liturgia, pero luego a pasarle al tik tok, a tomarnos fotitos y subirlas al face o a Instagram. Tal vez estamos desperdiciando tantito el milagro del internet. Ahorita mismo hay miles de niños muriendo en la guerra, implorando el milagro de la paz, y nosotros, que vivimos en paz, nos hacemos la guerra sin necesidad entre nosotros. Somos Betsaida, desperdiciando las bendiciones.

 El Evangelio de hoy es un grito desesperado, un llamado a un examen de conciencia, para que notemos los milagros que nos rodean, los gocemos, y cambiemos de corazón, para que desde hoy, aquí, gocemos del Reino.

 

Que Dios nos ayude con eso.











Besos a quienes pueden mirar los milagros.
Nada para el resto.

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