martes, 17 de junio de 2025

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48.

 Mateo es muy claro en su forma de escribir, ¿verdad?

 Vamos a revisar primero una cosita que aparece antes de “En aquel tiempo”. ¿Quién me puede decir cuál es el renglón anterior?

 Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48.

 Muy bien, capítulo 5 de Mateo. ¿Alguien tiene a la mano su Biblia para confirmarnos cómo se llama ese capítulo?

Las bienaventuranzas.

 Para entender bien los versículos del 43 al 48, vamos a ver cómo llegamos hasta aquí. El capítulo empieza enumerando las bienaventuranzas, casi como una lista directa. Luego, poco a poco, va desarrollando cada una, explicando de qué se trata.

 En algunas traducciones católicas de la Biblia se lee: “Bienaventurados los que tienen el espíritu del pobre”, “Bienaventurados...”. En otras, que me gustan más, dice: “Felices los que lloran, porque recibirán consuelo”, “Felices...”.

 Es cierto que en este contexto "bienaventurado" y "feliz" significan lo mismo. Pero para nosotros, que hablamos español en el 2025, “feliz” tiene más sentido. Es una palabra que usamos más. No decimos: “¡Bienaventurado cumpleaños!”, decimos: “¡Feliz cumpleaños!”. Es lo mismo, sí, pero el lenguaje importa cuando queremos entender.

Todo este capítulo trata de cómo hacer cosas que nos lleven a la felicidad. Y amar es una actividad fundamental para ser felices.

 Sin embargo, hay situaciones que bloquean el amor. Es como si se nos tapara el popote por donde bebemos la felicidad.

 Piensa en dos situaciones que hoy te provocan enojo. Luego, en dos que te entristecen. Y otras dos que te llenan de rencor, que te retuercen el estómago solo de recordarlas.

Quizá alguien te hizo daño, te trató mal, o hirió a alguien a quien amas. Tal vez alguien se equivocó gravemente contigo y nunca te pidió perdón.

 Y hoy, Jesús nos dice que a esa persona que nos hace hervir la sangre… la amemos. Que la amemos mucho. Y para amar, hay que perdonar. Y ahí es donde se complica, ¿cierto?

 Ya hasta tenemos frases hechas para justificar nuestra dificultad para perdonar:

“Perdono, pero no olvido”,

“Que te perdone Dios, porque yo no puedo”…

 Y sí, lo que te hicieron pudo ser grave. Incluso podría considerarse delito. Te hirieron de verdad, y no has sanado. Es cierto: perdonar es un proceso muy complicado.

 Pero… ¿y si fuera al revés?

¿Y si tú fuiste quien hizo daño?

¿Si lastimaste a alguien, queriendo o sin querer, y no te has atrevido a dar la cara y pedir perdón?

 Aquí entre nosotros, sentaditos en casa, frente al Zoom o en el Face, conociéndonos, cayéndonos bien... es fácil pensar que somos buenas personas. ¡Y lo somos!

Pero recuerden: en el cuento de Caperucita y el lobo, el malo es el lobo… porque Caperucita cuenta la historia.

 ¿Y si somos el lobo en la historia de alguien más?

 ¿Eso nos quita el derecho al perdón?

¿Eso nos hace indignos de amor?

 

Amar a mis amigos es fácil.

Amarme a mí misma o a mí mismo, también.

Pero amar y perdonar a quien me lastimó, a quien ha sido el "lobo" en mi historia… eso ya no es tan sencillo.

 

Quisiera decirles que la tarea de hoy es simple y directa:

“Perdona a todos y ama a todos para que seas sumamente feliz”.

 Pero no.

La tarea de hoy es un trabajo profundo. Un camino difícil.

 ¿Cuál será tu primer paso?

 Y si quieres… podemos darlo juntos, como comunidad.

 

Que Dios nos ayude con eso.












Besos a Fournier (antes Ferguson) y a Fernando (antes Fulano), que son los lobos en mi historia, y soy el lobo en la suya. Algún día pagaremos lo que nos toca a cada uno, y pediremos perdón, y seremos perdonados. Empecemos por quitarnos del anonimato, al fin que los hijos saben perfectamente sus nombres y rostros.

Nada para el resto.

martes, 10 de junio de 2025

Entre misas... Mi cumpleaños

 Pareciera que ya voy para monja con tanto evangelio. Algunos quisieran, pero no me dejo. Más porque me cagan las monjas quepor orta cosa. Ahora que el Papa permita ordenarse a las mujeres hablaremos de nuevo, pero como no creo que eso lo vea en mi tiempo de vida, me quedo laica y bastante pecadora.

Vengo un momento a dejar mis agradecimientos por las felicitaciones que me llegaron en mi cumpleaños, quienes me aman lo hacen notar. Tengo unos amigos nuevos algo mesquinos, otros amigos de antaño muy culeritos, así que en éste año en que cada día será un festejo rumbo al tostón, la meta es depurar amistades, quedarme con 2 o 3, y ya dejar de hacerle a la mamada de la madre de calcuta, porque nada me ha dejado, ni siquiera el ego inflado de hacer el bien por otros.

Honestamente, cuando termino y busco la tan anhelada satisfacción, solo veo que la soledad esta conmigo desde siempre. Nadie ve por mi, nadie me acompaña a mi, nadie se preocupa por mi más que a quienes le soy útil, y ya estuvo. No porque sea nuevo, así ha sido mi vida siempre, algo debe cambiar. 

Escribí todo un párrafo con a quien eliminar de mi vida, o a quien eliminar de la vida, pero qué tal que google me censura? o si los destinatarios lo leen y se previenen? y me complican pasarles el coche encima?? Nonono... con saber que si has sido pinche conmigo lo voy a cobrar, es suficiente...









Besos a mi por mi cumpleaños.
Nada para el resto.

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 13-16

 Ustedes son la sal de la Tierra…

Ustedes son la luz del mundo…

¡Se oye súper bonito! Y suena súper fácil, porque ¿quién no conoce la sal o la luz? ¿A quién no le gusta la sal o la luz?

Las papitas que no podemos comer solo una, casi ni saben a papa… ¡saben a sal! Y es riquísima.
Y cuando acaba el día y empieza la oscuridad a cubrirlo todo con la noche, ¿qué hacemos? Prendemos la luz. Extendemos el día todo lo que podemos. Si de noche se va la electricidad, ¿qué hacemos? Prendemos una vela, para seguir viendo, para que la luz siga a nuestro lado, ¡porque nos encanta la luz! Y eso está muy bien.

Solo que… el Evangelio no nos dice que nos quedemos con la sal o con la luz. Nos dice que nosotros somos la sal, y que nosotros somos la luz. Y me voy a meter un poco en un problema filosófico, pero ténganme paciencia…

Estamos terminando la Pascua. Ya pasó Pentecostés, que —a diferencia de los dos tiempos anteriores— no es una temporada, sino un instante. Así que, en nada, debemos ir a lo que sigue.
Y lo que sigue es tomar acción, con la conciencia de Dios en nosotros. Dentro de cada uno, de forma individual, y también como comunidad. Pero sobre todo dentro de ti, dentro de mí. Y ese es un concepto que toma tiempo entender.

Seguramente hemos escuchado la frase:
“Si Dios está conmigo, ¿quién contra mí?”
Bueno… justo estamos en ese momento de entender de verdad eso: que Dios está conmigo, está dentro de mí. Y con eso, yo soy lo sabroso de la sal. Yo soy lo tranquilizador de la luz.

¿Pero qué hace la sal? Da sabor. Sazona las papitas Sabritas.
Y cuando se escribió este Evangelio, la sal servía para la vida misma. No había refrigeradores, así que tener sal en casa significaba poder conservar alimentos, controlar enfermedades, limpiar pisos… incluso tener animales para poder comer después. La sal, hace 2000 años, era fundamental para la vida.

Y que Dios mismo te diga que tú eres fundamental para la vida —no por lo que haces, sino por lo que eres— es un regalo enorme.
Es un gran don.
Y como dice el tío Ben en Spider-Man: con ello, viene una gran responsabilidad.

Porque debemos conocernos, saber quiénes somos, para ser el mejor “yo” que podamos ser.
Y con eso, servir a todos. Y al hacerlo, servimos a Dios.

Igual de fuerte es cuando nos dice que somos la luz del mundo.

¿Qué hace la luz para darnos tranquilidad?
Nada. La luz solo es.
Prendes la luz, y todo se ve más bonito. Solo porque está.
La apagas, y se va.
No es que la luz haga o deje de hacer. Es que la luz está, o no está. Y con eso, sirve.

Hace unas semanas les decía que en español es un tanto confuso el uso del verbo “ser”, porque en griego —que es como se escribió originalmente la Biblia— ser y estar son lo mismo. Y para nosotros son dos verbos. Eso a veces nos confunde.

Pasa lo mismo con el Evangelio de hoy. Porque podríamos confundir el “eres” con el “haces”.
Y eso nos pasa mucho en la Iglesia católica. Sobre todo a quienes estamos aquí porque nos gusta estar, y nos gusta hacer.

Hoy, Dios nos dice que vales por quién eres, no por lo que haces.

Me voy a poner de ejemplo.

Yo soy soprano en el coro, desde hace 30 años, y me encanta.
Y me encanta pensar que sin mí, el coro no suena igual.
Y eso es mi ego actuando.

¿Qué tal si un domingo no voy? ¿El coro deja de servir?
¡No!
¿Qué tal si un día ya no puedo cantar? ¿Ya no sirvo?
¡No!

Yo valgo porque soy, no porque me sepa las rolas ni porque llegue a la sexta octava (que ni llego… y ni a quién le importe).
Ni Dios ni quienes me aman, me aman por eso.
Me aman a mí, por quien soy.
Cante o no.

También soy catequista desde que tenía 15 años. Sé muchas cosas sobre ser catequista.
Y desde hace unos años, no doy clases de cate.
¿Y qué pasa con eso? ¿Ya no hay catequesis en mi parroquia? ¡Claro que sí!
¿Ya no hay otros catequistas? ¡Claro que hay!
¿Los niños aprenden menos? ¡Claro que no! Aprenden un montón.

¿Yo valgo menos porque no he dado clases de catequesis últimamente?
¡Claro que no!

Porque yo soy sal.
Porque yo soy luz.

Valgo y me aman por lo que soy, no por lo que hago.

Hoy no ponemos en duda el amor que Dios siente por ti.
Ni si eres o no sal.
Ni si eres o no luz.

Hoy el reto es encontrarte, dentro de ti.
Descubrir quién eres, no por lo que haces, sino por lo que Dios hace dentro de ti.

Es algo que nos toma mucho tiempo entender.
Y a veces vamos para atrás con esto.
A veces, como cangrejitos, avanzamos solo de ladito.
Solo no te detengas.
No es fácil… ¡pero ahí vas!
¡Ahí vamos todos juntos!








Besos a quienes buscan quienes son.
Nada para el resto.

Del santo Evangelio según san Juan 13, 21-33. 36-38

 Hay algunos momentos muy importantes en éste Evangelio, Juan nos relata que Jesús se conmovió profundamente. La persona que ha entendido mejor el amor en éste mundo, se conmovió por todos sus amigos, y quienes creen que son sus amigos, solo los de la mesa? O seremos todos los que en cada misa, compartimos la mesa con Él? A mi me parece correcto pensar que sus amigos somos todos. En esa última cena, Jesús se conmovió por ti.

 En un segundo momento, Jesús señaló a quien le traicionaría, y le dio de su pan, luego lo mandó a hacer lo que tenía que hacer. Por costumbre, suponemos que lo que tenía que hacer era vender a Cristo, pero qué tal si lo que tenía que hacer era irse a orar porque los planes que tenía en su mente no eran los más lindos? No lo sabremos. Y qué tal si te tocara a ti ser Judas? Qué tal si Jesús nos mandara a hacer lo que tenemos que hacer luego de que nos de el pan, cuál sería tu prioridad? Vender a Cristo? O apartarte a orar ese mal plan que traes en la cabeza??

 Hay un tercer momento, en que Pedro se apresura a decir en voz alta “Yo daré mi vida por ti”, y Jesús le contesta que lo va a negar varias veces. Y si nos toca ser Pedro?? Si fuésemos quienes de pronto negamos nuestra fe solo por salvarnos, o por no quedar incómodos en alguna situación?

 Hemos visto este evangelio siempre desde la barrera, hace un par de semanas les contaba que ver así La Palabra del Señor es lo más cómodo, es como ver una película, con tus palomitas, semana santa te pones Ben Hur, Marcelino pan y vino, te enterneces 2 horas que dura la película y listo, a Pascua.

Cuando lo que toca es irnos despacito, como cuando bajas la escalera pero agarrado del barandal, seguro otro te rebaza, tal vez hasta te empuje. Si tu vas despacito, agarrado del barandal de Jesús, tal vez, no volvamos a traicionar a nadie, tal vez nos detengamos antes de vender a alguien, tal vez, y es el reto verdadero, podamos detenernos y conmovernos al ver a todas las personas que nos rodean.

 

Que Dios nos ayude.

Del santo Evangelio según San Juan 19,31-37

 Pasando el tiempo de Pascua, tenemos 3 grandes solemnidades, una es a la Santísima Trinidad, la segunda es a Corpus Christi, y la tercera al Sagrado Corazón de Jesús, a quien también, además, le dedicamos todo el mes de Junio. Pero qué representa? Por qué le dedicamos no solo una solemnidad, sino que también todo un mes? Como les decía el miércoles, podemos ahondar en teología y usar palabras domingueras, de esas que solo usamos los domingos, y les podría dar una explicación rebuscadísima!! Pero y si lo quisiéramos explicar en palabras de diario?

 El Sagrado Corazón de Jesús para nosotros, es la representación del AMOR de Dios, del amor que Dios te tiene, que te regala, que nunca te dosifica, no te lo limita, Jesús nunca dijo que nos quiere más los domingos y los jueves y nos quiere menos los lunes y los viernes, no! El amor que Dios nos tiene es infinito, inacabable, constante, aun cuando tu estés enojado con Él, o cuando te hayas portado mal, o cuando se te olvide que te Dios te ama.

 Y tenemos un día al año en particular para recordarlo SOLEMNEMENTE, porque Jesús mismo nos dijo, fuerte y claro, que la tarea principal es amar, una vez que tienes claro cómo es el amor de Dios, cuando sabes cómo se siente sentirte amado, por eso te lo pregunté al inicio de la celebración, cómo es cuando te aman incondicionalmente? Qué seguridad puedes sentir en tu corazoncito cuando sabes que tienes el amor de alguien solo al estirar la manita? O en éstos tiempos, cuán segura seguro vas en tu día cuando sabes que tienes a la mano tu teléfono y le puedes llamar a esa persona que te ama?

 Me encantaría que no fuera necesario amarte a ti mismo antes de amar a otro, pero me temo que sí es necesario. No puedes dar lo que no tienes, y no es que yo vaya diciendo “tú si, tu no, tu si, tu no”, esa es tarea tuya, y si sabes que tienes ahí un huequito esa es tu primer tarea, si tienes las herramientas para solucionar eso, vas! Dale a esa tarea de amarte a ti mismo. Si sientes que no puedes solito, para eso es la comunidad, para pedir ayuda y decir oye, comunidad, yo necesito ayuda para quererme yo, para quererme a mi, no lo veas como un acto de egoísmo, queriéndote tu primero es como ayudas a toda la comunidad. Y ya que estas bien plantado en el amor, entonces el mismo Jesús nos lo ha dicho en las escrituras, nos ha dicho “AMEN”, y luego, por si no nos quedó muy claro, nos dice “AMA A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”, y luego nos aclara, porque sabe que podríamos tener fallas en eso, y como subiendo la meta, como dejándonos el verdadero reto, nos dice “ÁMENSE COMO YO LOS HE AMADO”.

 Amar de verdad, con completo amor, del amor que va sin etiquetas, porque nosotros somos los que dividimos al amor en amor de pareja, amor de madre, amor de hijos, amor de amigos. No, amor de Dios es amor absoluto, esa sería la parte 2 de la tarea, recordar que el AMOR de Dios es la fuente de todo el amor del mundo, que como si fuera un río de agüita fresca, nos reparte a cada uno de su amor, para que ya que tu tanque de amor esté llenito, todas y todos repartamos ese amor de Dios entre nosotros.

 Cuando te pedí al inicio de la celebración que trajeras a tu mente a la persona que más te ha amado en el mundo, le pusiste una carita no? Ese amor que sentiste tiene un nombre propio, pues esa es la tercera parte de la tarea: Tu nombre es el que debe estar en la mente de quienes tienes al lado, de todas las personas que te rodean. TU NOMBRE.

 Esa sí que es una tarea de alto rendimiento!

 

Dios nos permita cumplirla.

martes, 3 de junio de 2025

Del santo Evangelio según san Juan 17, 1-11a

¡Felices Pascuas!

Ya estamos llegando al final del tiempo pascual, casi a las puertas de Pentecostés.

Este Evangelio se conoce como la Oración Sacerdotal. Es el momento que culmina el círculo de Pasión, Muerte, Resurrección y ahora Ascensión. Con esta oración, Jesús se ofrece a Dios como sacrificio, se convierte en altar y se presenta como sacerdote. Esta es la hora de su glorificación. Con esta súplica al Padre, Jesús concluye su paso por aquí, entre nosotros.

No se trata de una parábola, ni de una enseñanza, ni de una nueva tarea. ¿Se han dado cuenta de que el Evangelio suele dejarnos siempre una misión por hacer? Pero el de hoy no nos deja tarea de hacer, sino de ser. Ser testigos de esta oración. Ser testigos de lo que Jesús le dice a su Padre. Y, con ello, ser testigos del amor de Dios con nosotros y en nosotros.

Y sí, podemos simplemente —como cuando vamos al cine— sentarnos a observar y pensar: “¡Qué bonito! ¡Qué tierno! ¡Qué dulce!”. Descubrir que soy profundamente amado por Jesús; que, con Él, soy profundamente amado por el Padre; y que, con ambos, soy profundamente amado por el Espíritu. Y eso está bien. Está muy bien. Dar un paso atrás y dejarme amar. Sentirme profundamente amado, sin las heridas del amor humano, sin las imperfecciones del amor que nos damos entre nosotros. Dios me ama con un amor completo, perfecto, inagotable. Y eso se siente bien. Se siente muy bien.

Pero también podríamos, si nos atrevemos a asumir la herencia del Padre, hacer una revisión interior:
¿Qué ha hecho en mí ese amor?

¿Me ha vuelto una persona altanera, por tener en mí ese amor perfecto que Dios me da?
¿O me ha hecho humilde, capaz de compartir —aunque sea un poquito— ese reflejo de su amor con alguien más?

¿Me ha vuelto envidioso, por experimentar esa inmensidad de amor que Dios derrama en mí?
¿O me ha hecho mirar con compasión a quienes viven con menos, para compartir de lo que Dios me ha dado en abundancia?

¿Me ha hecho templado, gracias a esa paciencia eterna que Dios tiene conmigo?
¿O soy capaz de esperar los procesos de los demás, de respetar que no actúen, piensen o reaccionen como yo lo haría?

¿De verdad puedo REFLEJAR a Dios en mí?

¿O necesito volver a leer este pasaje del Evangelio hasta creer, de verdad, que lo tengo todo en Dios?

Hoy no hay tarea que yo te deje. La decisión es tuya:
¿Vas bien, o repetimos lecciones?

Que Dios nos ayude con eso.











Besos a quienes van enendiendo hasta aquí...
Nada para el resto.

Del santo Evangelio según san Mateo 5, 43-48.

 Mateo es muy claro en su forma de escribir, ¿verdad?   Vamos a revisar primero una cosita que aparece antes de “En aquel tiempo”. ¿Quién ...