Qué bonito no?
Éste es otro evangelio que ya viene con su propia explicación.
Jesús se fija en lo que te duele, en tu enfermedad, en tu impureza. Que
bien puede ser una enfermedad pero lo más seguro es que sea algo más profundo
que solo un virus o una bacteria, o una infección meramente médica.
Hoy nos hace incluso un listado de dolores y pesares:
Las intenciones malas, las fornicaciones, los
robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los
fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad
Y podríamos alargar la lista, porque a cada uno de los presentes nos
duele otra cosa que bien podría estar aquí en la lista.
Los dolores de la humanidad son más importantes para Dios, que ninguna otra cosa.
Cuando Jesús toca nuestras vidas, o mejor dicho, cuando nosotros le permitimos tocar nuestras vidas, nos endereza la joroba de las penas, queramos que no, cuando
dejas que Jesús viva en tu corazón, te gana la generosidad cuando antes te
ganaba la envidia, cuando dejas que Jesús viva en tu casa, te gana la verdad
cuando antes te ganaba la mentira, cuando invitas a Jesús a sentarse en tu mesa
a comer, te gana el amor cuando antes te ganaba la desidia.
Tengo por costumbre, buena o mala, que al final de la homilía yo les digo cuál es la tarea del día, y resulta bien fácil porque ya no tenemos ni que pensarla, bueno, pues hoy no va así.
Se acuerdan del papelito que les pedí al inicio?
Les voy a invitar a que escriban ESO, lo que sea que tu decidas, que es
tu tarea de la semana, dobles el papelito y lo dejas ahí junto al cirio. No
para pedir, aguas, porque somos muy buenos pidiendo, ésta tarea es para
comprometerte, no como promesa jurada, sino como cambio en ti, para bien de los
demás!!
Nada par el resto.
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