Estamos en la recta final del tiempo de Pascua.
Allá en antaño… hace como 2,000 añitos, estos acontecimientos pasaron
una sola vez. Los apóstoles iban de a pasito en pasito, asimilando rapidísimo
lo que iba pasando y ajustándose a los acontecimientos, a las situaciones, al
clima que había entre la gente, de pronto mucho miedo, de pronto mucho gozo, de
pronto se sentían muy acobijados por Jesús y por la comunidad y de pronto
sentían que ya era su último paso.
Nosotros, en cambio, tenemos la ventaja que nos da la historia.
Nosotros ya sabemos qué pasó, ya sabemos qué va a pasar, conocemos los hechos,
y hoy solo los vamos recordando.
En algún momento de la historia, que no viene al caso ahondar en eso
ahorita con fechas y nombres de cuándo y quien fue… pero en algún momento, se
inventaron el calendario litúrgico, en el que celebramos año con año los
acontecimientos avasalladores por los que pasaron Jesús, los apóstoles y las mujeres
de la comunidad. Para nosotros, con esa ventaja de la historia y de la
repetición, lo que vamos viviendo es entender de distintas maneras la misma
historia, el mismo momento. A veces agarramos un dato que se nos perdió el año
pasado, otras no es dato nuevo, pero lo entendemos diferente porque nuestro
momento de vida es diferente.
El Evangelio de hoy, al casi final de la Pascua, y que además se nos
junta con la celebración de San Matías Apóstol, nos habla de amor, nos habla de
amistad, nos habla de ser elegidos.
¿Y cómo vamos con eso hoy? Hoy no nos toca tener que escondernos, ni
nos toca en realidad sufrir el miedo de poder profesar nuestra fe. Hoy nos toca
tal vez, revisar nuestro círculo de personas allegadas a nosotros, y revisar si
todos ese grupo sí somos amigos, si somos todos confiables, si damos la vida
unos por otros, y dar la vida no es que te mueras para que otro viva, no te
sientas crucificada, dar la vida a alguien puede ser provocarle momentos de
felicidad, o de paz. Amar a otro no es siempre estar enamorado y ser pareja,
amar a otro algunas veces es procurarle tranquilidad, algunas veces amar a otro
es acompañarlo y dedicarle tu tiempo y escucharle.
Hoy, como le pasó a Matías, el evangelio nos recuerda que no
necesariamente tenías que estar a la mesa en la última cena para ser apóstol,
hoy el Evangelio nos dice que Dios te elige a ti como su amigo, para estar
contigo, sí, para amarte sin condiciones, sí, pero también para que tu
repliques ese amor y esa amistad con quienes tienes en tu círculo, y con la
práctica, que amplíes ese círculo y te compartas a ti mismo con más personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario