-Pero qué raro que se porte así
-Raro? Es el mismo de siempre. Es el mismo que cuando llegábamos mis hermanos y yo guardaba a sus hijas en una habitación y las dejaba salir hasta que nos íbamos.
-Cómo te acuerdas de eso?
-Los privilegios de ser la mayor, también son las maldiciones de ver las formas y los fondos de cada uno. A la puta, puta, y al malcriado, malcriado.
-No digas eso
-No lo digo, por eso se les olvida y se sorprenden cuando el malcriado hace lo que hace.
-No siquiera se quería quitar...
-Sería porque agradeció a voces no haber estado con la suya. Los pesos no se quitan, y siempre se quiere uno enmendar.
Besos a los que se dan cuenta de quién es quién, y cómo, y dónde.
Nada para el resto.
sábado, 18 de febrero de 2017
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Del santo Evangelio según san Marcos l, 29-39
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