Quisiera contarles primero, que en ésta última semana de cuaresma, los evangelios que leemos son los de San Juan, porque San Juan relata las últimas cosas que Jesús decía y que lo metían en más problemas, le iban llenando el costal de piedritas, como que iban juntando las evidencias para acusarlo de cualquier cosa con tal de desaparecerlo, así que ésta semana los evangelios se van poniendo como más densos. Además les cuento, que de los 4 Evangelios, el de Juan es un poco distinto a los otros 3, y esto tal vez lo quieran apuntar en su cuaderno de catequesis: los evangelios de Marcos 1, de Mateo 2 y de Lucas 3, se escribieron entre el año 68 y 70, es decir, casi al mismo tiempo, el de Juan se escribió entre el año 90 y el 110. Los evangelios de Mateo y de Lucas, comparten material con el de Marcos, y según algunos teólogos, Mateo 2 y Lucas 3, se basaron en el de Marcos 1, y el de Juan tiene otro estilo diferente. También, cada evangelio, presenta a Jesús con un enfoque tantito diferente: Marcos 1 lo presenta como el Hijo de Dios, Mateo 2 como el mesías judío, Lucas 3 como el salvador universal, y Juan 4 como el logos divino, Juan se enfoca en la naturaleza divina de Jesús, y eso, a veces, puede confundirnos mucho.
Cuando en el Evangelio Jesús dice Yo Soy puede ser muy confuso, porque todos somos lo que somos, todos somos quienes somos, y ¿qué diferencia habría entre SU Yo Soy a MI yo soy?
La diferencia es que Él, Jesús, existe sin pecado, existe sin ego, existe sin carga, y nosotros no.
Cuando nos preguntan quién eres, ¿qué respondemos? Yo soy, yo soy mamá
de, yo soy papá de, yo soy hija de, yo soy jefa de, pero eso no soy, esa es mi
relación con los demás, también podríamos responder yo soy ingeniera, yo soy
doctora, yo soy contadora, yo soy maestra, pero eso tampoco soy yo, esa es mi
profesión, o podemos decir, yo soy envidiosa, yo soy quejosa, yo soy paciente,
yo soy constante, yo soy puntual, y de nuevo, esos adjetivos tampoco son yo,
son cosas que he cultivado en mí, las buenas y las malas, y ahí es justo, en lo
que cultivo en mí que no es tan bueno, en donde me pierdo de entender quién
soy, porque eso que cultivo me ata a la tierra, me ata a mi propio ego, me ata
a mis propios sentimientos a los que me hago adicta. Hace un par de días, por
ejemplo, me pongo de ejemplo, hace un par de días yo me sentí muy triste, y
lloré y lloré porque llevo casi 3 años pidiendo que me enseñen a tocar la
marimba, solo se lo he pedido a 2 personas a las que sé que no les agrado
mucho, me esfuerzo realmente por caerles bien y por llevarme bien con las dos
personas pero ni les agrado ni me quieren enseñar, ese sentimiento de no ser
apreciada, no es culpa de ninguna de las dos personas, ese sentimiento es mío,
la que quiere aprender a tocar la marimba soy yo, la que tiene que buscar la
forma soy yo, y sobre todo, la que debe dejar de sentirse no apreciada soy yo.
Parece una bobada este ejemplo, pero en asuntos como éste se nos va la
vida, vamos de temita en temita tratando de crecer, tratando de avanzar,
algunas veces nos sale rápido, pero otras veces nos regodeamos, nos apapachamos
las malas situaciones de nuestra vida, y ahí radican las palabras de Jesús
cuando dice: “Ustedes son de aquí abajo y yo soy de
allá arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. Se lo acabo de
decir: morirán en sus pecados, porque si no creen que Yo Soy, morirán en sus
pecados”
Si no creemos que Jesús, siendo hombre como nosotros, pudo librarse del pecado, y con su vida, librarnos a nosotros del pecado, de todo nuestro pecado, vamos a morir en nuestros pecados.
Y ya sé. Esto que acabo de decir está súper difícil. Porque nuestras vidas, todas, tienen marcas de pecado por todos lados, nadie se salva. Lo bueno, es que vamos juntos tratando de entender cómo hacerle para encontrar el camino que Jesús marcó en rojo para seguirlo. No creo que lo hayamos encontrado completamente, pero vamos JUNTOS siguiendo las pistas.
Que Dios nos ayude con eso.
Nada para el resto.
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