miércoles, 29 de enero de 2025

Del santo Evangelio según san Marcos 4, 1-20

 El evangelio de hoy es de los más sencillos no?

Tenemos a Jesús diciendo una parábola a la multitud, como muchas veces antes, y luego tenemos a Jesús explicando su propia parábola!

Como todo el Evangelio, cada fragmento, de cada evangelista, cada semilla es buena, no siempre cae en la misma tierra, y no siempre da el mismo fruto. Y lo super cómodo (fíjense bien lo que les voy a decir) lo súper cómodo, es que yo te diga que debes ser tierra fértil todo el tiempo y que debes dar frutos grandes y jugosos todo el tiempo, y con esa clase de palabras, dejarte la vara bien alta, y dejarte a ti solo caerte de vez en cuando, y dejar que te sientas fracasado o culpable, porque tal vez… la semilla de ayer no cayó donde debía, el evangelio del domingo pasado como que no le entendí, y si no le entendí es mi culpa por no ser tierra fértil, y por tanto, luego no voy a dar frutos grandes y jugosos. Entonces cuando te acerques, y me cuentes tu fracaso, yo, proclamador de la palabra, puedo, cómodamente, decirte que eres camino empedrado, puedo decirte, muy fácil que te pongas a estudiar, o que te vayas a lo oscurito y reces mucho, y pidas iluminación divina para que como si fuera acto de magia de pronto, te conviertas y pases de piedra caliza a tierra abonada.

Quiero en éste momento, hacer una pausita, para que recordemos una cosa juntos. Se acuerdan quienes son los encargados, luego de que Jesús se va al cielo, de proclamar la buena nueva? Hoy diríamos, de proclamar los evangelios, aunque ese nombre, esa palabra dominguera no existía cuando Jesús andaba en la tierra. Quién me dice quiénes son los que proclaman los evangelios? Los apóstoles, los apóstoles que eran 12, de pronto 11, luego 12 de nuevo, pero si contamos a las mujeres que andaban siempre ahí pues se multiplica el número, pero... y si nos acordamos de que tu y que yo cuando nos bautizaron, nos dieron el título oficial de apóstol… el responsable de sembrar, somos tú y yo.

Entonces regresando al tema… en el que quien proclama la buena nueva te acusa de ser piedra y te permite sentirte culpable. Ese ha sido por años el método de proclamar. No estoy acusando a nadie, no he dicho nombres de nadie… pero todos conocemos ese ejercicio de la culpa y la secresía, el hermetismo de entender LA PALABRA.

Hoy te digo, que somos todos piedras, y está bien, y que somos todos tierra fértil, y que está bien eso también. Hoy te digo que a veces vas a dar frutos enormes como sandía jugosa, y está bien, y otras veces tu fruto va a ser chiquito y seco como nuez, y eso también está bien. Solo te pido que no desistas, sigue picando piedra, sigue sembrando, sigue esparciendo semillas por todas partes, sigue intentando regar tu propio huerto, sigue quitando maleza, sigue abonando tu tierra. Porque esto de los huertos no es trabajo de temporada, es un ejercicio de vida entera. Y ahí vamos todos, piampianito, sin soltarnos de la mano.

 

Y sin soltarnos, para no soltarnos, oremos unos por otros, nos ayudas?












Besos a quienes lo intentan una y otra vez.
Nada para el resto.

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